Capítulo 41. De odio y amor
Steven recogió los platos y los llevó al fregadero, mientras Nat le ayudaba con los utensilios. — ¿Necesitas algo más, Nat? ¿Postre, quizás? — preguntó Steven, ya llamándola por su nombre pues se habían presentado formalmente en la cena, otra cosa que le había sacado una sonrisa cuando después de lo de Tolkien la niña le dio la mano y le dijo que no se había presentado “como correspondía”. — No, estoy bien, gracias. Ya estoy llena — respondió ella con sinceridad. Steven tomó las cosas y, con la ayuda de Nat, comenzó a acomodarlas en el fregadero. La niña parecía estar más relajada, y Steven estaba agradecido de haber logrado preparar algo comestible para ambos. — Bueno, si necesitas algo más, no dudes en decírmelo. ¿Quieres que te acompañe a tu habitación? — ofreció Steven con amabilidad. Nat le sonrió y respondió: — Gracias, pero ya soy una niña grande. Puedo ir sola — dijo con cierta autosuficiencia. Se alejó unos pasos, pero de repente, volvió sobre sus pasos y abrazó a Steven por
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