Danna entró a la Editorial Vidal como un huracán desatado.La seguridad la reconoció—cómo no iban a hacerlo, si su rostro estaba en cada pantalla de España. La dejaron pasar con miradas incómodas que intentaban no cruzarse con la suya.El ascensor subió demasiado lento. Los pisos pasaban. Su reflejo en el espejo metálico le mostró una verdad brutal: ojos rojos e hinchados, cabello sin lavar, ropa arrugada que había usado durante dos días seguidos. Una ruina humana caminando.Las puertas se abrieron. Las asistentes la miraron con una mezcla de curiosidad y horror. Los susurros comenzaron inmediatamente, extendiéndose como un incendio.Ella lo ignoró todo. Caminó directamente hacia la oficina de Stephano.La puerta estaba cerrada. Había voces dentro. No le importó en absoluto.Entró sin tocar.Stephano estaba al teléfono, de espaldas, mirando Madrid por el ventanal enorme.—...el divorcio será civilizado, Valentina. No necesitamos destruirnos públicamente más de lo que ya...Se volvió. L
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