LuminaEsas palabras dieron en el blanco porque contenían una verdad que había estado intentando ignorar todo el tiempo que tenía casada con Xenois. El hecho de que él nunca me hubiese ofrecido levantar las restricciones que me impusieron al casarme con él, porque su familia temía que me fuera durante la noche.Que Xenois nunca sugiriera que podría querer viajar o visitar a mi familia fuera de las tierras de la manada, siempre había sido una sutil fuente de resentimiento entre nosotros.—Al menos yo no soy una rompehogares —respondí, dejando que la ira finalmente dominara mi sorpresa para pelear, rebosante de rabia y deseando poder arrancarle los cabellos.—¿Rompehogares? —las cejas de Sophia se levantaron con una burla falsa mientras rodaba los ojos con diversión y respondía—. Cariño, no puedes destruir algo que nunca se construyó realmente. Tu matrimonio es un arreglo, nada más. Fue una transacción comercial que ya no le sirve a Xenois. Además, no es como si se fijara en Ollie y en t

Sophia—¿No es así? —me acerqué lo suficiente para oler su colonia y sentir el calor que irradiaba su cuerpo—. ¿Cuándo fue la última vez que Lumina te miró como yo lo estoy haciendo ahora?Contuvo el aliento y supe que estaba llegando a él. El hechizo de compulsión amplificaba cada interacción que teníamos, al igual que cada momento de duda sobre su relación con Lumina.—Tus padres también lo ven —continué, aprovechando mi ventaja—. Siempre han sabido que debemos estar juntos, la cena familiar fue un claro ejemplo de ello. Soy la Luna perfecta para el Alfa perfecto, el Yin para tu Yang. —¿Mis padres? —por un instante pareció preocupado, entrecerrando los ojos.Me di cuenta de que había revelado demasiado, lo que podría romper el hechizo, así que retrocedí rápidamente. Silvia me había dicho que a Xenois no le agradaba cuando ella lo instaba conseguir una nueva compañera, así que si me centraba en eso, podría despertar su ira y se liberaría.—Han sido muy amables conmigo desde que regre

XenoisSaqué mi teléfono y revisé los mensajes, allí estaba, había un texto de Sophia enviado hace aproximadamente una hora: "Riley está nervioso por su primer día. ¿Considerarías venir a la escuela para darle apoyo moral? Significaría mucho para él."El mensaje estaba ahí, pero no recordaba haberlo leído ni haber decidido venir a la escuela. De hecho, no podía recordar qué me había impulsado a salir temprano del trabajo y venir hasta acá.—Yo... —empecé a decir, pero me detuve. La confusión en mi mente empeoró, era como si intentara recordar algo importante que no lograba captar del todo.—¿Tú qué? —insistió Thorne, aprovechando mi vacilación—. ¿Llegaste por casualidad justo cuando tu compañera tenía un enfrentamiento con la mujer con la que has estado pasando demasiado tiempo?Antes de que pudiera responder, Sophia se puso de pie, con el rostro rojo por la ira y vergüenza.—No tengo que escuchar esto —dijo, sacudiendo la suciedad de su ropa y fulminando a Thorne con la mirada—. No te

LuminaA pesar de todo lo que sentía en ese momento, me encontré sonriendo un poco por sus palabras. Zade siempre había sido directo, nunca se andaba con rodeos ni endulzaba la verdad.Era algo refrescante después de tantos años lidiando con la forma de manejar las cosas aquí; todo era tan frágil que se debía ser muy cauteloso para evitar causar malestar a quienes no lo merecían.—Hola, Zade —mi voz aún estaba un poco ronca por el llanto, hasta me tuve que sonar la nariz—. Necesito tu ayuda.La diversión desapareció de su voz de inmediato, se puso alerta. —¿Qué sucede? ¿Qué pasa?Tragué saliva, tratando de encontrar la forma de explicarle la situación sin revelar la verdad sobre mi renacimiento, ya que decírselo no solo sonaría a que había perdido la razón, sino que tampoco me creería.—Necesito hacerte una pregunta hipotética.—Te escucho.—Si un Alfa le prohibiera a alguien salir de su territorio, ¿cómo podría romperse esa orden del Alfa?El silencio que siguió fue largo y potente. S

OllieSeguí a Riley hasta la sala de descanso, llevando mi lonchera en la mano. Él estaba sentado en una de las pequeñas mesas, mirando su bolso con una expresión que nunca había visto en su rostro, parecía hambre y vergüenza.—¿Riley? —lo llamé suavemente, sin querer asustarlo ya que parecía perdido—. ¿Estás bien?Me miró y por un instante, su máscara se cayó. Vi lágrimas acumulándose en las comisuras de sus ojos y sus manos convertirse en puños mientras intentaba controlar sus emociones.—Estoy bien —dijo, pero su voz se quebró al decirlo.—¿No... no tienes almuerzo? —pregunté con delicadeza, no entendía cómo Sophia olvidaría alimentar a su hijo. ¿Acaso no sabía que debía darle de comer?—Porque yo tengo extra, mamá siempre pone demasiada comida y...—¡Ya dije que estoy bien! —exclamó Riley, golpeando el escritorio con la mano, pero lo vi tragar con fuerza y su estómago rugió justo en ese momento.Saqué medio sándwich de mi lonchera, era de mantequilla de maní y mermelada, mi mamá lo