Riley—Ya veremos —se rio el señor Xenois, negando con la cabeza como exasperado con Ollie, pero su voz era cálida y feliz. Nada que ver con el tono de mamá cuando fingía estar contenta.Mientras él conducía por la calle rumbo a su casa, apoyé el rostro contra la ventana y noté que las casas se hacían más grandes y bonitas, mis ojos estaban abiertos de par en par por la maravilla, sin dejar de mirar cuando pasábamos por ellas.Cuando finalmente llegamos a la entrada de la casa de Ollie, sentí que me quedaba sin respiración.Ya había estado allí días antes, cuando mamá había organizado esa cita de juegos en la que me obligó a usar un guante y estrechar la mano de Ollie.Cuando vine era de día y tenía todas las luces apagadas, parecía agradable, pero normal, como cualquier casa. Ahora parecía sacada de un cuento de hadas, como un castillo donde vivían personas buenas, donde no podían pasar cosas malas.—Vaya —exhalé, no había querido decirlo en voz alta, por lo que me tapé la boca, pregu
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