C62 - COMPLICAR MAS LA SITUACIÓN.Anya y Aidan, por fin juntos, se quedaron un momento en silencio. Ella lo besó en la frente, lo abrazó fuerte, como si quisiera pegarlo a su pecho para siempre. Sentía su respiración caliente, las manitas aferradas a su blusa, y ese temblor leve que siempre le nacía después de un susto.—Estoy aquí —susurró—. No voy a irme.Aidan alzó la cara, confundido.—Mamá… ¿quién es ese hombre? ¿Por qué está enojado?Anya negó al instante y le acarició el cabello, buscando calmarle el nudo en su pecho y poder explicarle.—Rowan no es malo, mi amor. Él… solo está enojado conmigo… porque le mentí.El niño la miró unos segundos, serio, como si buscara entender esas palabras en su cabeza pequeña, luego sonrió.—Lo sé, mami. Sé que él no es malo.La certeza en su voz le cruzó el pecho. Anya tragó y volvió a besarlo.—Gracias por creerme y por creer en él.Aidan se dejó caer sobre la cama y soltó una risita breve.—¿Ya no vamos a regresar al hospital?Anya pensó en lo

C64 -¿QUIÉN TE ENSEÑÓ ESO?Rowan llevaba más de una hora repasando los balances de la empresa y, para concentrarse, caminaba de un lado a otro en la oficina, hasta que terminó frente a la ventana. Al mirar, sus ojos se clavaron en los jardines, donde Aidan correteaba libre.El niño sonreía, tocaba las flores, recogía piedras, se sentaba en la hierba como si llevara años conociendo ese lugar.Por alguna razón, había en él una paz natural que descolocaba, y más cuando cada vez que lo veía, Kion se agitaba en su interior, pero no con furia, sino con curiosidad.Aun así, se negó a dejarse llevar por eso.—No seas débil —le reprochó a su lobo, endureciendo el gesto.Pero siguió observando.Esta vez vio a Aidan concentrado en su juego, pero el chiquillo hizo algo: levantó la barbilla con autoridad y se cruzó de brazos en un gesto que era idéntico al suyo.Rowan parpadeó incrédulo y no dejó de mirar.El niño repitió el ademán, esta vez exagerándolo, y resopló como si diera por terminado un j

C66 -PORQUE AHORA SOY UN LOBO, ¿VERDAD?Rowan se había propuesto ignorar lo que había dicho el día anterior frente a la manada, pero la verdad era que no podía dejar de pensar en ello. El anuncio había salido de su boca como un instinto, algo que ni él ni Kion habían planeado. Y ahora, se encontraba otra vez mirando al niño, escondido en la sombra de los pinos junto al área de entrenamiento.Aidan corría, saltaba y exploraba con una energía difícil de ignorar y, aunque Rowan no quería admitirlo, había descubierto que le gustaba observarlo, ver cómo se desenvolvía, cómo se enfrentaba a todo con una naturalidad desarmante.Había algo en su personalidad que le recordaba a él mismo, porque todo en Aidan destilaba un aire alfa, un liderazgo innato que hasta Kion reconocía.De repente, el niño se alejó del campo de entrenamiento, distraído con una mariposa que revoloteaba frente a él. Dio un paso en falso y su pie resbaló en la tierra húmeda, sus bracitos se agitaron por instinto, pero ante

C68-PRESUMIDO.Anya besó suavemente la frente de Aidan. Su pequeño se había quedado dormido después de contarle con lujo de detalles todo lo que había hecho en el día, y ella no pudo estar más feliz. A decir verdad, nunca lo había visto tan vivo, tan ilusionado, era una lástima que todo tuviera que terminar.Con una sonrisa se levantó con cuidado, lo arropó y, sintiendo la garganta seca, decidió ir por un poco de agua, pero apenas cerró la puerta cuando, de pronto, una mano fuerte la sujetó y otra le tapó la boca.—¡Hmmm! ¡Hmmm! —intentó gritar, mientras luchaba.Sin poder hacer nada la arrastraron hasta una habitación cercana. Su corazón latía como un tambor y el pánico se apoderaba de ella… hasta que la soltaron. Jadeando, se giró y sus ojos se abrieron de par en par.—¿Rowan?Él estaba delante de ella con una mirada fría y usando pantalones de algodón oscuro, con el torso desnudo y el pecho agitado por su propia furia contenida. Anya tragó saliva al sentir el golpe de su aroma, más

C70-¿ES MI ESPOSA?Rowan irrumpió en la mansión con Aidan en brazos.—¡Llamen a Anya, ahora mismo! —ordenó a las sirvientas.Nadie dudó un segundo. Varias corrieron de inmediato por los pasillos mientras él, con pasos veloces, llevaba al niño hasta su habitación. Lo colocó con cuidado sobre la cama, pero sus manos seguían temblando, incapaces de apartarse de ese pequeño cuerpo.Pocos minutos después, la puerta se abrió de golpe y Anya entró como una ráfaga, desesperada y con los ojos desorbitados.—¡Aidan! ¡Mi amor, Aidan! —corrió hacia la cama, se arrodilló y le tomó la mano, muerta de miedo—. ¡Aidan, respóndeme, por favor!Alzó la mirada hacia Rowan, buscando respuestas.—¿Qué pasó? ¡Dime qué pasó!Rowan tragó con dificultad. Jamás en toda su vida había sentido tanto miedo. Ni en batallas, ni frente a alfas enemigos, nunca como ahora.—Le estaba enseñando a usar el arco y la flecha —dijo ahogado—. Logró acertar y se emocionó… me abrazó y luego… se desmayó.Anya negó, ya con las lágr