Al día siguiente, regresé a la empresa y me senté en mi escritorio para imprimir mi carta de renuncia.Conocí a Alejandro Rivas en la universidad y allí nació nuestro amor. Más tarde, cuando él entró a trabajar en esta empresa de tecnología, lo seguí y rechacé los planes de mis padres, acompañándolo desde sus primeros pasos como un simple empleado.Después de estar con él, alguna vez insinué el tema del matrimonio. Sin embargo, Alejandro siempre decía que estaba demasiado ocupado, que aún no había logrado construir una carrera sólida y que temía que mis padres no aceptaran que su hija se casara con alguien sin éxito. “Primero la carrera, después la familia”, era su constante respuesta. Para no darle más peso a sus hombros, yo me encargaba de convencer en silencio a mis padres, ocultando mi origen familiar y evitando presionarlo aún más.Ahora que él era subdirector de la empresa, cuando encontré el anillo en su bolsillo todavía pensé, ingenuamente, que al fin se había decidido a ped
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