Una Línea DifusaEstacionamiento, Oficinas de la Interpol, Londres.El aire fresco de la noche acariciaba las caras de los hombres que esperaban frente a las SUVs estacionadas, cada uno con la mirada fija en el edificio de la Interpol, como si las respuestas que tanto anhelaban estuvieran por llegar con la misma rapidez con que las puertas se abrirían.James estaba allí, apoyado contra el costado de la SUV, su expresión tensa, pero controlada. Sus brazos cruzados, como un mecanismo para mantener la calma, no lograban disimular el rastro de inquietud en su rostro. Sus ojos no se movían del edificio. Estaba esperando noticias de Alexander y Helena; la incertidumbre de lo que había ocurrido dentro lo carcomía. Si algo había salido mal, si la situación había empeorado más de lo que ya estaba, lo sabría en cuestión de minutos.Lewis, al otro lado, estaba en una posición similar. Su mirada fija hacia el mismo destino, sin atreverse a hablar demasiado, pues sabía que las palabras podrían ser
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