El pendiente descansaba en la palma de su mano como si fuera un trofeo de guerra. Pequeño, aparentemente insignificante, pero cargado de una presencia que lo consumía más que cualquier operación multimillonaria. Lo había recogido del suelo con una calma estudiada, aunque por dentro sentía que acababa de arrebatarle un pedazo del alma a esa mujer imposible de atrapar.No era una joya ordinaria. La plata parecía trabajada a mano, con un engaste minucioso que encerraba una piedra oscura, azul profundo, casi negra bajo la luz tenue de su despacho. Un objeto de esos que no se consiguen en tiendas comunes, sino en lugares exclusivos, cargados de historia. El CEO lo giró entre sus dedos, observando cómo la piedra capturaba destellos de luz y devolvía reflejos que parecían burlarse de él.—Quiero un informe completo —ordenó con voz baja, apenas un susurro cargado de autoridad. El hombre al otro lado del escritorio asintió, tomando nota de cada palabra.—¿De qué tipo, señor?—Todo. Fabricante,
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