[Dos meses después] El bajo mundo estaba siendo manejado en la ausencia de Dominico por su contadora, además de su primo hermano; Carl Callahan. — ¿No crees que pierdes tiempo con Dixon, Rose? —preguntó Carl observando la hora en que llegó la mujer. — Puedo manejarlo, tener a Alexander de nuestro lado, puede ayudarnos de manera que no te imaginas —respondió una cansada Rosalie— ¿Todo en orden? — Dominico dió nuevas órdenes, al parecer no volverá en un buen tiempo. — Era de esperarse, debe estar cómodo enredado en las piernas de esa mujer —siseó Rosalie con disgusto— Espero que no pierda el tiempo. — ¿Tu también te enredaste con el Dixon? Porque te hace falta echat un buen polvo, Rose. — Eso no te incumbe. Rosalie no siguió hablando con Carl, tenía cosas que hacer. Ahora que trabajaba con Alexander, tenía que trabajar más horas al día para poder controlar los dos trabajos, además que su codicia por el dinero, la mantenía despierta; — Espero que estés disfruta

Él odiaba verla así, pero también sentía que amaba la forma en que su cuerpo tomaba forma. Nunca pensó parecer un tonto por alguien que ni siquiera lo miraba. Las mujeres siempre llegaban a él por montones, pero ninguna como Verónica Cox. — El arribo es hoy, necesito las unidades —Verónica hablaba por teléfono mientras Antoni la observaba desde la mesa. La tenía, sabía que se habían hechos cercanos, pero Verónica estaba por descubrir su origen. De hecho, le había dicho días antes; — Sé que me escondes algo, Antoni. Hay algo en ti que grita mentiras, que lo tengas secreto está bien, solo no me involucres en mas problemas, ya no estoy para líos. Aquellas palabras las soñaba desde que se lo había dicho, no sabía que hacer. La ciudad y el país en la oscuridad eran de él, pero no podía tener a la mujer frente a él. No podía hacer nada por aquel bebé que ya venía en camino. — ¡Mikkel dijo una palabra! —Helena salió de la habitación con su pequeño en brazos. — ¿Qué ha dicho

Helena se negaba a prender la laptop que tenía en su mano. Siempre que lo hacía después de acabar con la agenda de Verónica, siempre se metía donde no debía. La última había salido con un dolor agudo en el pecho al buscar el nombre de Alessio en el buscador. — Eres una tonta, una tonta —de repitió un par de veces, alejándose de allí. Mikkel se encontraba dormido en la hora de su siesta. Había acabado con los quehaceres y deberes, tenía tiempo libre, no lo iba a desperdiciar buscando a Alessio Bennet otra vez. — Él no necesita superarme, jamás me quiso —se dijo intentando darse una cachetada mental— Jamás me defendió, siempre me humilló. Desde que me conoció, siempre fue igual. Algunos vagos recuerdos le llegaron a su mente, como si el destino se burlara de ella, un mensaje de Sonia llegó; "Alessio ha preguntado por ti, no he dicho nada" La mano le tembló al leer aquel corto mensaje que había sido enviado. Un sentimiento se le fue al estómago y sonrió como una completa t

[Siete meses después] — ¿Te encanta ser la zorra nueva? —Ana murmura. En la sala había cinco mujeres al menos, pero Rosalie Hudson entendió que aquella pregunta era para ella. Aún así, se tomó su tiempo en tomar una copa de vino rosa, necesitaba algo asi para lidiar con Ana «la loca», era el apodo que le había puesto Rosalie. — ¿Hablas de ti? —preguntó con burla. Las mujeres que escucharon se rieron. Ana Bell habia pasado de ser la mujer en la vida de Alexander, a ser una loca. Entraba a estos eventos porque su familia quería salvar su nombre, pero realmente Ana era vista como la peste. — Te digo a ti, pequeña estúpida. ¿Piensa que él puede amarte? —Ana le tiró la copa al suelo— Alexander no puede amar a nadie. ¿Lo entiendes? — Me toma de la mano siempre, voy con él a todos los eventos, nuestra «relación» es pública. Los rumores dicen que soy yo, no tú. — Te hará lo mismo que le hizo a Verónica Cox. La desechó en la primera oportunidad que tuvo. ¿Eres tonta? solo

Verónica se sentía extraña, regresar a la ciudad tan pronto no estaba en sus planes. Pero le había prometido a su amiga, que volverían cuando la fecha para su boda se acercara. — ¿Estás bien? —preguntó Antoni con la mirada mas dulce. Había encontrado el hombre perfecto en él. Tan perfecto que parecía irreal. — Me siento extraña en una casa como esta. ¿Vivías solo tú aquí? Antoni sonrió pensando que Verónica podría tener celos. — Siempre he estado solo en esta casa. Helena se fue de largo cuando escuchó a la pareja discutir, con una enorme sonrisa en el rostro de igual forma. — Oh, no quería que se escuchara de esa forma... —Verónica se sintió avergonzada— Solo que es una casa muy grande, Anton. — Siempre pensé que algún día traería a la familia, conociste a algunos en Francia, somos numerosos. Verónica asintió. Después de un altercado en Francia, Verónica se apagó a Antoni. Jamás había tenido tanta mala suerte como aquellos días en Francia. Parecía que Francia no