El edificio Blackwood se alzaba como una aguja de cristal y acero contra el cielo de Madrid, reflejando la luz del amanecer en sus ventanales tintados. Respiré hondo, aferrándome a mi carpeta de documentos mientras cruzaba las puertas giratorias. Mi primer día en Blackwood Enterprises, la oportunidad que necesitaba desesperadamente.La recepcionista, una mujer de cabello rubio perfectamente recogido, me dirigió una sonrisa profesional.—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla?—Soy Emma Vega. Hoy es mi primer día como asistente ejecutiva.Sus ojos se abrieron ligeramente, como si acabara de confesarle que iba a lanzarme desde la azotea.—Oh, asistente del señor Blackwood. Entiendo. —Me entregó una tarjeta de acceso—. Planta 30. Suerte.¿Suerte? ¿Por qué necesitaría suerte? La pregunta quedó flotando en mi mente mientras el ascensor subía. Treinta pisos. Treinta pisos para prepararme mentalmente. Repasé mi atuendo: falda lápiz negra, blusa blanca, tacones discretos. Profesional, sobria, ad
Leer más