Me desperté de nuevo alrededor de las 10 de la mañana, y eso fue por la llamada de mi abuela.—¡Froska! ¿Tienes conciencia?—Hola, abuela.—¿Qué te pedí? ¿Por qué no llamaste?—Ay, abuela, estoy muy ocupada, no sé ni dónde tengo la cabeza, tampoco llamé a mi mamá, para que no pienses que solo a ti no llamas.—Está bien, mejor dime, ¿qué pasa con Nikita? Él me lo explicó todo y le di tu número, ¿vino? ¿Hablaron?- Hablamos.- ¿Y? ¿Qué manía es esa? ¿Me lo puedes contar tú o tengo que sacártelo con sacacorcheas?- Es complicado, abuela, no sé qué hacer...- ¿Se han reconciliado?- ¡Si ni siquiera nos hemos peleado! Sí, nos vemos, pero ahora él quiere que sea su amante y yo n
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