—¿No sabes por dónde empezar, querido? ¿No sabes lo qué has hecho? —una voz femenina arrastra las palabras malhumoradas tras un cuarto muy temprano en la mañana, con las primeras noticias del día y cuyo afán es tan simple como la molestia que siente en estos momentos. Esmeralda mueve ligeramente el hombro—. ¿Fuiste tú?—¿Yo? ¿Acusarlo a él? Mmm, no lo pensé. Pero no sabes cuánto me alegra que todo el peso de la ley caiga en él —Ismael mueve su pierna de arriba hacia abajo, con los brazos extendidos en la mesa.Esmeralda ríe sin ganas.—Puedes estar feliz todo lo que quieras —ella se da la vuelta—, pero hay un pequeño detalle que quizás olvides —y golpea la mesa para agarrar su barbilla—, Gladys sigue viva…Ismael aparta la barbilla de la mano de Esmeralda y se pone de pie.—No hay necesidad que me lo digas porque lo sé muy bien. Los tarados no cumplieron con lo que les pedí pero sí pudieron rastrear las llamadas a Medellín. Nos encargaremos de ella y de esa niña, tranquila.—No

El corazón de Gladys se detiene por unos cuantos segundos.Balbucea, retrayéndose en el asiento sin apartar la mirada de Juan Pablo, aún en la espera de su respuesta.—Eh —Gladys se queda sin aire. ¿Acaso dijo otras cosas dormida? No. Ni en un millón de años él podría saberlo—. Ella es...—¿Tú tía? —Juan Pablo toma un vaso de agua. Se lo estira. Sus ojos jamás se apartan de Gladys—. ¿Es el nombre de tu tía?Gladys está a punto de hablar.—No es el nombre de tu tía —Juan Pablo entrecierra los ojos.—¿Cómo sabes eso?—Tu mejor amigo Germán admitió un nombre. Y Esperanza no era.—Es una amiga. Una amiga que conocí en la cárcel, punto y final —Gladys se pone de pie, ignorando el miedo que le produjo simplemente oír el nombre de su pequeña en los labios de Juan Pablo. Cierra los ojos—. No puedo quedarme aquí. ¿No sabes qué estoy con Germán? ¿Con el doctor Emmanuel? No puedes hacer esto.—¿Puedes —Juan Pablo da un paso hacia su dirección—, dejar de pronunciar el nombre de ese tipo?Gladys j

CAPÍTULO 25 Cuando no hay nadie en la habitación Gladys hunde las uñas en su cuero cabelludo. Las ansias por vengarse de todo aquel que la llevó a esto, a que no esté con su hija le carcome el arma, le carcome cada pedazo de su vida como si no pudiese comprenderlo. No lo comprende. Juan Pablo ya no está porque desapareció, y en el fondo siente alivio por eso. Si él está presente no puede pensar. No pasa más de un minuto a solas cuando Germán aparece. Gladys lo señala. —Necesito ahora mismo —ella muestra los dientes—, que me des un auto, un teléfono y un arma. —¿De qué estás hablando? —Mi hija está desaparecida —Gladys se quita las sabanas de las piernas. Logra ponerse de pie y agarra los brazos de Germán—. Mi hija está desaparecida, mi tía lo acaba de confirmar. Ellos mintieron que la tenían para hacerme daño a mí, para que me quitara la vida. ¡Todo era una mentira! Quienes quiera que sea me dijeron una mentira. ¡Mi niña vive! Pero está desaparecida. —¿Tu tía te dijo esto

Dentro de Gladys muchas cosas pasan. Los puños en sus rodillas se aprietan más de la cuenta, el músculo de su mandíbula está a nada que revienta y sus ojos se tiñen de rabia e incredulidad. Al no poder pronunciar siquiera algo, sólo se coloca de pie y sus ojos caen en el doctor Emmanuel. También observa los papeles en sus manos, y vuelve la vista hacia Germán.Abre los labios. Su voz se tiñe de incredulidad y desesperanza. Ambos mirándola de la misma manera que mucha gente lo hizo tiempo atrás. Nace rabia, dolor, incredulidad herida y una impotencia silenciosa.—Yo no estoy loca…—pronuncia Gladys tratando de controlar el horror que poco a poco nace. Gladys da un paso hacia atrás mientras sus lágrimas se deslizan por sus ojos y ahí se quedan. No las dejará salir, no ahora. No lo hará—. Yo no estoy loca.—No podemos decir que los resultados arrojaron a algo que no está verificado. Gladys —Emmanuel se pone de pie. Se acerca a ella para agarrarla de los brazos; su rostro sigue siendo amab

Alivio. Calma. Gladys se escabulló entre la multitud del hospital y salió sin que nadie se diera cuenta. El disfraz funcionó, pero llegarán a la habitación y para ese momento tiene que estar lo más lejos posible de aquí. Es lo que hace.Abraza el kit que pudo traer con gasas y medidas para curarse ella misma sus heridas. Mira de vez en cuando hacia atrás. Nadie viene y tampoco cree que lo hagan. Al menos no en estos momentos. No sabe a dónde irá ahora pero esto no es el fin del mundo. Tiene toda la fortaleza para buscar hoy un lugar. Pero no es lo que quiere. Necesita buscar a su hija de alguna manera u otra.¿Dónde está?¿Dónde está Gardenia?¿Tenía familiares? No recuerda que haya mencionado eso. Pide que siga junto a su niña y esté buscando alguna forma de comunicarse con ella. Pero…¿Ya para estos momentos no se habría comunicado con algún policía? Gladys se detiene en una plaza. Ya caminó bastante desde el hospital y necesita descansar. Toma asiento y se acaricia el pecho. La mism