DANTELa puerta se abrió lentamente.Helena Martínez apareció en el umbral, envuelta en una bata de seda blanca, el cabello mojado cayendo sobre sus hombros. Sus ojos, normalmente fríos y calculadores, ahora brillaban con miedo puro.Hermosa y aterrada. Exactamente como la necesitaba.—¿Qué pasó? —pregunté, entrando a su habitación antes de que pudiera cambiar de opinión.Ella señaló la computadora con mano temblorosa. Me acerqué y vi la imagen en la pantalla. Helena dormida, fotografiada desde dentro de su propia habitación.Sentí una punzada de algo incómodo en el pecho. Yo no había tomado esa foto. Yo había enviado las amenazas anteriores, sí, pero esto... esto no era parte de mi plan.—¿Cuándo llegó? —pregunté, manteniendo mi tono profesional.—Hace diez minutos. Dante, alguien estuvo aquí. Alguien me fotografió mientras dormía.Se desplomó al borde de la cama, su respiración acelerándose. Reconocí los síntomas: ataque de pánico inminente.Me arrodillé frente a ella, tomando sus m
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