Sentí cómo se me desgarraban las entrañas al verla.¡Mi hija Lucía, de solo seis años, ya descifraba los gestos, solo para retener a su padre!Luis, te quedaban dos oportunidades.Esa noche, Lucía contuvo el llanto y preguntó:—Mamá, dijiste que papá tiene un trastorno y no sabe amarnos. ¿Pero por qué quiere tanto a Carla?¿Algún día me querrá como a ella?Ante sus ojos esperanzados, las palabras se me convirtieron en arena en la boca.¿Acaso debía decirle que Sofía y Carla eran sus excepciones?Que Sofía Reyes era su "amada de juventud", y Carla, su hija.El amor les caía del cielo como lluvia en verano, mientras nosotras, por más que lo intentábamos, no lográbamos derretir su corazón.En el estudio de Luis, nuestros regalos se cubrían de polvo, pero atesoraba hasta la más torpe manualidad de Carla.No quise mentirle. Dudaba cómo responder sin herirla,cuando Lucía, como si lo entendiera, me abrazó en silencio.Tallé otra muesca en el poste de mi paciencia: Luis Mendoza, dos
Leer más