¿Cómo podría volver atrás?
Jacobo estuvo ocupado toda la semana, terminó el trabajo acumulado y se reservó los días sábado y domingo para llevar a Lucía a divertirse todo lo posible.
Pero cuando Lucía y yo estábamos comprando helados, nos encontramos con un visitante inesperado: Luis.
Luis no llevaba traje, sus hombros erectos estaban caídos, el pelo le llegaba hasta tapar parte de la cara, tenía barba de varios días y todo su ser emanaba una atmósfera de decadencia.
Hasta el momento en que nos vio a mí y a Lucía, recobró el brillo en los ojos.
Miró hacia nuestra dirección y vino corriendo.
—Ema, Lucía, por fin las encontré.
Pero Lucía, lejos de emocionarse y llamarlo papá como antes, se escondió detrás de Jacobo.
Luis la llamó:
—Lucía, soy yo, tu papá.
Lucía ni siquiera quiso asomar la cabeza, solo refutó:
—¡No eres mi papá!
—¡El papá Jacobo es mi papá!
En ese instante, el rostro de Luis fue un caleidoscopio de emociones.
Creí que en ese momento,