Narrado por Amet Faddoul: He venido a este lugar con un propósito, y la noche se me hizo eterna. Me despierto en la habitación del hotel con la sensación de haber dormido poco, aunque el reloj marca que han pasado más de seis horas. La noche fue larga, no por el silencio, sino por la presencia constante de Kiara en mi cabeza. Me siento un idiota. Un idiota por estar solo. Por no tenerla. Por no saber si alguna vez podré tenerla. Debí traer a alguien que me hiciera compañía, una mujer que fuera lo suficientemente caliente como para distraerme de la estupidez que ha estado rodando en mi cabeza en estos últimos días. La cama está revuelta, pero no por pasión, sino por frustración. Me doy una ducha rápida, el agua está tibia, pero no me relaja. Me visto con calma, elijo una camisa clara, americana, pero sin perder el toque árabe en los detalles. Hoy no soy Amet Faddoul. Hoy soy Rami Nash, hijo de sirios, nacido en Michigan, con una historia que se parece lo suficiente a la de Fatima co

Narrado por Zayd: No puedo dormir, parece que desde hace unos días, a todos en esta casa se les hace difícil. La casa está en silencio, pero mi mente no lo está.Hoy fui impulsivo, desde que le conté a Fatima la verdad sobre Rola, no he tenido una noche tranquila.Sabía que no era el mejor momento.Ella estaba rota.Pálida.Hundida en un dolor que no se disfraza ni se maquilla.Pero también sabía que si no lo decía entonces, no lo diría nunca. Se lo dije en la misma noche en que le confesé que Mariano Hans había desposado a su hermana. Fatima merecía saberlo.Merecía saber que no soy solo el médico que la ayuda, ni el hombre que la escucha.Soy alguien que ha amado, que ha perdido, que ha huido.Alguien que ha tenido una hija y que no sabe si sigue viva.Alguien que ha cruzado límites.Y que ahora, con ella, no quiere repetir errores.La forma en que me miró después de mi confesión me dejó inquieto.No fue rechazo.No fue compasión.Fue algo más complejo.Como si estuviera tratando

Narrado por Zayd Al Rami: No debería sentir esto. Ni nada que se le parezca. Alguna vez mi vida se derrumbó por un sentimiento muy similar, querer ser salvador. No debería sentir cómo mi corazón se acelera cada vez que escucho su voz. Cada vez que la veo caminar por la casa con esa tristeza que parece envolverla como un velo. Cada vez que me mira sin saber que me está mirando. Fatima.Desde el primer momento en que hablé con ella en el hospital, algo se movió dentro de mí. Algo que no había sentido desde Rola. Algo que me da miedo nombrar. Me da terror ser consciente de mis propios sentimientos, y aun más, sentir el pesar tan familiar. No fue solo su rostro, hermoso y joven. Fue su forma de hablar. Su forma de callar. Su forma de sostener el dolor sin dejar que la rompa por completo. La manera en que tenía de sonreír, ser empática, interesarse por los sentimientos de los demás incluso cuando su vida misma estaba hundida en una absoluta miseria y caos. Y ahora está embarazada. La

Narrado por Mariano Hans: Londres, Inglaterra. Nunca en mi vida pensé que otras personas podían controlar mis días. Creí que esto sería pasajero. Pero han pasado dos semanas y tres días, desde que me convertí en el esposo de Kiara Hneidi. Y desde entonces, es como que en mi vida se hubiera instalado una nube de desgracias que parecen no tener descanso. Me siento harto, sin energías. La lluvia no cesa. En este lado del mundo donde estoy obligado a estar. Golpetea los cristales del hospital como si el cielo también estuviera llorando por Laurent. Llevo una semana aquí, y cada día que pasa me siento más atrapado. Londres me asfixia. No por la ciudad en sí, sino por lo que representa: decisiones que no tomé, errores que no cometí, pero que me persiguen como si fueran míos. Me duele en el alma desde el primer instante que llegué aquí. Laurent sigue en cuidados intensivos. Dieciséis años. Dieciséis malditos años y ya está pagando el precio de la arrogancia de Marco Hans. Mi padre. El h

Narrado por Fatima Hneidi: He tenido muchas cosas que pensar, pero por primera vez desde que mi vida cambió completamente, tengo tanto trabajo que me absorbe a tal punto que no estoy obligada a darle demasiado peso a las cosas que me duelen. O a las cosas de las que aún no estoy completamente seguras de aceptar y hacer parte. El refugio está lleno de voces. Voces de mujeres que han aprendido a hablar después de años de silencio. Voces de niños que vuelven a reír. Voces de voluntarias que, como yo, intentan sostener el mundo con las manos desnudas y no solo lo hago por el dinero, ya que lo que me dan es muy poco, este lugar me hace sentir viva. Hoy es uno de esos días en que todo parece moverse con rapidez. Documentos, entrevistas, llamadas, lágrimas. Y yo, en medio de todo, tratando de devolverle a una madre lo que le pertenece: sus hijos. Son uno de los casos que me mueven más, que me hacen dejar todo mi espíritu y mi conocimiento en ellos. La mujer con la que estamos lidiando ho