Mientras que Elena luchaba con todas sus fuerzas para encontrar el recuerdo de aquella vida que había olvidado, Fabrizio había recuperado la vida que había perdido. —Por favor Fabrizio debemos mantener la distancia, sí Elena llega a descubrirnos, ni siquiera podré pasar la primera noche en esta mansión —aconsejó Sofía.Fabrizio se acercó a ella, con los brazos rodeó su cuerpo y acariciaba su trasero sediento de placer. —No me pidas que me detenga, ha pasado demasiado tiempo que he estado lejos de tu cuerpo, estar nuevamente aquí frente a ti disfrutando de la libertad y del dinero es un privilegio que esta vez lo disfrutaré al máximo.»Haremos el amor a diario, llevaremos sobre nuestros cuerpos las joyas más finas, trataremos de disfrutar al máximo esta riqueza —Sofía dibujó una sonrisa en su rostro. —Tus deseos me encantan, solo que hay un gran inconveniente —Fabrizio se detuvo.—¿A qué te refieres? —preguntó con cara de sorpresa.—El hombre que me sacó de prisión dijo que tú solo

Nueva York. La mansión se encontraba decorada, colores pasteles por doquier, Elena se mostraba feliz, había preparado todo para el cumpleaños número Diez de la pequeña Anna.Elena se encontraba ayudando a su pequeña hija con el vestido, su hija era la única persona que hacía que sonriera, que se sintiera feliz, los días eran opacos y solitarios. Ante la insistencia por parte de Elena para ir en búsqueda de sus padres, Fabrizio no tuvo de otra salida más que hablarle sobre ellos.Fabrizio se reunió con Elena y le dio la triste noticia de que sus padres habían perdido la vida en un accidente de auto. Por varios días su dolor fue insoportable, apenas comía, en las noches despertaba gritando, lo que parecía ser el final simplemente era un capítulo más de su caótica existencia.Elena no volvió a ser la misma mujer de antes, la nostalgia, la tristeza y la soledad la estaban consumiendo, apenas cruzaba palabra con las personas que la rodeaban, con la única persona que sentía apego y tranqu

Elena llegó a la empresa, descendió del auto e ingresó tranquilamente, saludo al personal mostrando su mejor cara, lo que había sucedido el día anterior en la fiesta ya era noticia, todos tenían miedo de que llegara a suceder un accidente, murmuraban sobre lo irresponsable que era al no estar bajo atención médica. Elena se dirigió al piso de presidencia, pidió a la asistente una reunión de emergencia, de inmediato y sin dudarlo hizo solo lo que Elena le ordenó.Elena se dirigió a la sala de juntas, tomó asiento y dio unos cuantos sorbos a un vaso con agua. A la brevedad todos estaban allí a su alrededor, ellos se prepararon para una reunión de negocios, nadie comprendía la manera repentina de actuar de Elena.—Buen día para todos, veo en sus caras gran preocupación, antes de iniciar les informo que el motivo de esta reunión no tiene nada que ver con los temas relacionados con la empresa —una vez terminó las voces corrieron en el interior de la sala de juntas. »Silencio, todos hagan

Una vez que Elena regresó a la mansión se dirigió a su habitación, retiró su ropa y llevó su cuerpo a la tina, con la mirada fija trataba de comprender todo lo que sucedía.Luego de un largo y reconfortante baño se vistió y se preparó para asistir a la cena, no se retiró de la ventana hasta que se dio cuenta que Fabrizio había regresado, Elena apretó sus manos al darse cuenta que no había regresado solo. Con una enorme sonrisa en su rostro abrió la puerta del copiloto facilitando que Sofía bajara del auto, ella beso la mejilla de Fabrizio y con la mano acarició su torso. Elena se dio vuelta y se sentó en el borde de la cama, su cara de sorpresa era bastante notoria, no se sentía molesta por el engaño de Fabrizio, una extraña sensación recorría su cuerpo y necesitaba llegar al fondo de lo que estaba sucediendo. «¿Y si el accidente que tuve al caer del caballo fue provocado para deshacerse de mí?, claramente desde un principio Fabrizio no ha demostrado ningún afecto hacia mí, es obvi

Roma/Italia.Leonardo esperaba sentado en la sala de la propiedad, Santino estaba de regreso, soltó el maletín sobre el sofá y saludó a su padre con un abrazo. —¿Qué tal estuvo tu día hijo?—Interesante, pero no tanto como lo deseo, sabes muy bien lo que me haría feliz —Leonardo colocó la mano sobre su hombro. —No sabes lo que estás pidiendo, esta clase de vida no es merecedora de un buen muchacho como lo eres tú, lo último que quisiera es que terminaras siendo infeliz como yo, todo por las malas decisiones. Santino inclinó la cabeza, Leonardo tomó aliento, apoyaba a su hijo, pero permitir que llevara aquel peso sobre sus hombros era lo que menos deseaba.—Debo ausentarme por unos días, tengo asuntos que atender fuera del país, no quisiera dejarte solo, pero quedas de muy buenas manos, Luca siempre estará a tu lado, trataré de estar en contacto contigo. —Llévame contigo padre —pidió Santino.—No puedo, si lo hago sería exponerte, aquí estarás bien, necesito que sigas las instrucci