Presentarse sin invitación a la casa de alguien más solía ser muy mal visto en la alta sociedad; sin embargo, a Brianna eso le importaba un comino.Tras buscar a su hijo en la escuela, aprovechó que Kane le dijo que haría horas extras para conducir un poco más allá de la casa de los Beresford, a la preciosa mansión restaurada de los Bright, y llamó a su puerta.Las posibilidades de que la rechazaran eran mínimas, lo sabía bastante bien, así que aguardó.—Mami, ¿estás preparada para todo? —preguntó Evan, que jugaba un juego de lógica en su tablet, bastante tranquilo.—Sí. Todo está listo, cariño. Pórtate bien, ¿de acuerdo?—Claro, mami. Estaré tranquilo —aseguró el pequeño con una sonrisa.Kane trabajaría hasta más tarde, según dijo, e Evie ya se encontraba en la casa principal de los Beresford, donde aún se alojaba una Gwen que, extrañamente, no había tenido más malestares que su obvio pesar por la muerte de su hijo desde que llegó.Bueno, eso era sospechoso.No tardaron en llegar a l
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