—Bueno, si hubiera sabido que lugares como este eran una opción, podría haberte enviado un mensaje de texto diciendo que quería ir a Barbados para nuestro sábado—.—Siempre hay la próxima semana—.Lo que dijo debería hacerme reír, hacerme sonreír, pero sólo sirve para recordarme que nuestro tiempo juntos es cada vez más corto, no más largo. Que nuestro tiempo llegará a su fin.El auto se detiene y, unos momentos después, Carl sale y abre la puerta del lado de Law. Law sale y extiende su mano dentro del auto. Lo tomo, fingiendo que mi mano en la suya no lleva mi mente a lugares muy peligrosos.—Gracias, Carl—, dice mientras comenzamos a caminar.—Por supuesto, Sr. Kane.—Lawson Kane. ¿Cómo diablos llevo un mes conociéndolo y recién ahora me estoy dando cuenta? ¿Realmente importa en el gran esquema de las cosas?—Supongo que este lugar no tiene cabañas—, bromeo mientras cruzamos la puerta grande del hotel.—Lamento informarles que no es así—.No hay portero como esperaba que hubiera. No

Tenía razón. Esta habitación es mejor que una habitación con jacuzzi, porque tiene una maldita piscina en el otro extremo, con una maldita cascada entre la parte de la piscina que está adentro y la parte que está afuera, en una repisa. Mi boca se abre mientras miro hacia la izquierda, donde hay un dormitorio con paredes de vidrio, y hacia la derecha, donde hay una sauna y, por supuesto, también una bañera de hidromasaje.—Bueno, ¿a qué estás esperando?— él pregunta. —Ve a nadar—.—¿Tú también vas a entrar?——Prefiero verte en el agua.—Me quito el vestido. Me quito todo, lo dejo en el respaldo de una silla y luego bajo las escaleras hacia el agua tibia de la piscina. Conteniendo la respiración, me hundo completamente bajo el agua. Es la única forma en que todo esto se siente real, con mis ojos mirando a través del agua a Law mirándome desde el borde de la piscina. Salgo y le sonrío a Law mientras me recojo el pelo hacia atrás. Él me devuelve la sonrisa, ahora con la camisa desabrochad

—De hecho viniste—, digo, con incredulidad y diversión.—Dije que lo haría—. Law se ríe. —Presentarse para cumplir con el deber de romper bolas y triturar bolas—.Echo la cabeza hacia atrás riéndome, sin perderme la suave mirada en sus ojos mientras me mira. No debería mirarme así. Sólo me hace caer más fuerte, cuando todavía estoy tratando de no caerme en absoluto. Sí, ambos hemos dicho que queremos más, pero todavía una parte de mí susurra que él no quiere lo que yo quiero. Quiero más de tres meses, más que noches en hoteles, más que incluso las pocas llamadas y mensajes de texto que hemos intercambiado en los días previos a que él estuviera ahora en mi puerta, recogiéndola para ir a encontrarme con Kamila y Laury. Mi corazón quiere cuanto más me dice que quiere. Pero mi mente me dice que nuestras costumbres no son las mismas. ¿Cómo pueden ser? Me está dando cenas que no esperaba, y estoy aquí enamorándome de él durante esas cenas.—¿Estás listo?— pregunta.—Sí. Déjame coger mi bols

Luego sus ojos se fijan en los míos y se iluminan, junto con su sonrisa. Mi corazón salta en mi pecho y tengo que apretar los puños para contener todas las emociones que me llenan. Mientras Law coloca toda la comida en la bandeja al lado de la cama, Laury arquea una ceja y murmura —Te amo—.Me río en voz baja y le pongo los ojos en blanco. Es una risa lo que necesito.Nuestro grito de quién recibe qué dulces es interrumpido por el timbre del teléfono de Law. Frunce el ceño cuando lo mira antes de decir: —Lo siento. Mi secretaria me está avisando que hay un problema que debo atender—.—No hay problema. Gracias por venir a conocernos—, dice Kamila. —Estoy seguro de que Sarah hizo que pareciera que usaríamos dispositivos de tortura medievales contigo—.—Ella sólo me hizo pensar que recibiría amenazas leves—. Él se ríe.—Y no olvidemos la amenaza muy real que se planteó—, añade Laury.—No hay posibilidad de que eso ocurra. Me gustan mis piernas tal como están. Pero no tienes que preocupar

Él sonríe mientras se acerca a mí, pero cae cuando se acerca.—¿Qué ocurre?— Pregunta, con la mano extendida hacia mí. —¿Le pasó algo a Kamila?—Me alejo de su mano y frunce el ceño. —¿Sarah? ¿Qué está pasando?—No tengo las palabras. No tengo idea de qué decir. No tengo idea de cómo hablar con el nudo que tengo en la garganta.—Regresé porque me di cuenta de que no tenías quien te llevara a casa—, explica, tratando de alcanzarme nuevamente.Esta vez le aparto la mano mientras escupo. —¿Regresaste?—Sus ojos se abren y su cabeza se echa hacia atrás ante el veneno de mi voz. Bien.—Nunca tuviste que irte. Siendo que aquí es donde trabajas, pedazo de mierda mentiroso—.La comprensión aparece en su rostro. Y duele muchísimo verlo. Porque una parte de mí, por pequeña que fuera, todavía esperaba que todo esto fuera un error. Que no me había mentido, no me había engañado. Pero la expresión de su rostro mata esa parte de mí, dejando atrás amargura, ira y angustia.—Sí, lo sé.——Puedo explica