—¿Qué más quieres?—

Joder. Él está aquí, sosteniéndome en sus brazos. Tiene que significar algo. O tal vez, puedo creer eso el tiempo suficiente para dejar que me obligue a pronunciar las palabras que he tenido demasiado miedo de decir.

—Quiero que todavía estés aquí por la mañana—, comienzo. —Quiero que seamos más que los sábados. Quiero que seamos... más—.

—Bueno.—

Lo miro. —¿Está bien? Sólo... ¿está bien?—

—Sí. Está bien. Estaré aquí por la mañana. Estaré por aquí más que los sábados. Estaré por más tiempo—.

—¿Porque tú también quieres más?— Odio la desesperación en mi voz cuando pregunto.

Se inclina hacia delante y me besa la frente. —Porque yo también quiero más. Vete a dormir, Sarah—.

Tengo muchas más preguntas. Tengo mucho más que decir, aunque hace apenas unos minutos tenía miedo de decir algo. Pero en lugar de eso, apoyo mi cabeza contra su pecho y dejo que los latidos de su corazón me adormezcan. Y espero que realmente esté aquí por la mañana.

Me despierto solo. Me inunda un