Mis ojos muy abiertos miran hacia el asiento delantero y luego hacia el espejo retrovisor. Law se ríe a mi lado.

—Te ves impresionante—, me felicita y yo lo miro con los ojos entrecerrados. —Incluso cuando estás enojado—.

Miro por la ventana, lejos de él. Pero puedo sentirlo acercarse. Me alejo. Él, más cerca. Yo, lejos, hasta que estoy contra la puerta, y él está contra mí.

—¿Vas a quedarte enojado toda la noche?— me susurra al oído.

—Tal vez.— Es una maldita mentira porque ya puedo sentir que se disipa, aunque no quiero.

—Apuesto a que puedo arrancarte una sonrisa—. Acaricia mi cuello antes de volver a mi oreja. —De alguna manera, de alguna manera—.

Me encojo de hombros cuando realmente quiero temblar. —Si crees que puedes sacar algo de mí.—

Se burla en mi oído. —Que estés en este auto significa que ya sabes que puedo—.

Me giro para mirarlo. —¿Entonces todo esto es cuestión de control?—

—Para nada, pero no actúes como si no hiciera que tu cuerpo cantara cuando mi semen todavía se es