COLINA—¿Quieres herirme? Bien, hazlo si eso te ayuda. Puedo soportarlo —escupo, harta de esta mierda. Justo cuando creo que me estoy acercando, él se aleja otra vez, dándome solo los pedazos de sí mismo que quiere, escondiendo los demás. Ya me cansé de esto.Golpea la ventana con las manos, su frente apoyada en el cristal.—Sal de aquí —ordena.—No —respondo con calma, cruzándome de brazos—. No hasta que saques toda esta mierda a la luz. ¿Te preocupa herirme? ¿Por tu padre? ¿Verdad? ¿O tal vez solo te estás culpando de todo lo que ha pasado? —suelto una risa sarcástica cuando él se estremece—. Te conozco, Salvatore, probablemente mejor de lo que crees. Repasas cada maldito detalle, culpándote, pensando que pudiste haberlo evitado, pero ¿sabes qué, amor? A veces la mierda pasa, y adivina qué: yo no te culpo, y tus hermanos tampoco. Por ti estamos vivos y juntos. La mierda pasa, Salvatore, tienes que afrontarlo y seguir adelante. Si te quedas atrapado en el pasado, nunca escaparás de s
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