A penas el sol se asoma reflejando con delicadeza la residencia Stagnaro. Con sutiles colores alumbran la habitación de Mateo, acariciando cada rincón de la misma. Pero eso no fue lo que lo despertó, sino el sonido del celular anunciando un mensaje. Con ese maldito sonido Mateo alcanza su teléfono en su mesita, todavía medio dormido y maldice para adentro al leer el oportuno de su receptor.—Te necesito —lee.—Pásame la dirección —es su respuesta. Con un suspiro comienza a levantarse sabiendo que no tiene otra opción que dejar pasar su sueño y acudir a ese llamado, aunque quisiera seguir durmiendo, sabía que no podía hacer oídos sordos, por lo que no le queda de otra de acudir a ese mensaje. Sin quitarse del todo el sueño de encima, se coloca un jean, una camiseta y una sudadera, es la vestimenta elegida sin preámbulos. Una vez vestido venta de su habitación y corre escaleras abajo para tomar las llaves del auto, la cual, siempre deja colgada en la cocina, ya que es el último lugar
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