95. CONTINUACIÓN
Mi determinación hizo que mi pecho se inflamara con una renovada energía. Si algo me quedaba claro en este punto, era que nuestra familia estaba destinada a cosas extraordinarias, quizás incluso aterradoras. Pero no importaba, porque no había nada en este mundo, ni en cualquier otro, que me hiciera dudar de mi compromiso con Neiti y nuestro bebé. —¿Estás seguro de que no sabías que eras un zoántropo? —preguntó ella, entrecerrando los ojos—. ¡Porque ahora mismo suenas muy posesivo, como un lobo! La miré, y aunque parecía igual de sorprendida, no había rastro de temor en ella, solo curiosidad, quizás un leve asombro. —¿Qué quieres decir? —pregunté, queriendo aprender todo. —Cuando un lobo se encuentra a su mitad, la reclama de esa manera. ¡Tú eres mío, solo m&
Leer más