Capítulo 12: La firmaEl sonido de la pluma al deslizarse sobre el papel fue más intenso de lo que debería. En una sala de juntas donde se decidían fusiones millonarias y destinos de empresas familiares, el silencio ahora tenía otro peso.El contrato nupcial.Frente a Liam, Olivia Walton firmaba con la elegancia afilada que la caracterizaba: barbilla en alto, cejas ligeramente arqueadas, labios pintados de un rojo tan perfecto que parecía peligroso.Ella terminó su firma, cerró la pluma con un chasquido seco y se la pasó sin mirarlo.—Te toca, Macmillan.Él tomó la pluma. No tenía prisa. La giró entre los dedos, sintiendo cómo las miradas de todos los presentes —sus abuelos, los padres de Olivia, sus hermanos, incluso los abogados— lo perforaban como cuchillas de juicio.A su lado, su madre lo observaba con expresión tensa. Su padre, impasible. Elijah, al fondo, cruzado de brazos como si este fuera solo otro trámite más en su legado de poder. Del lado de Olivia, los gemelos Carter y D

Capítulo 14: La promesa y la advertenciaEl salón principal resplandecía con una elegancia que rozaba lo teatral.Los invitados ya estaban en sus asientos, rodeados de destellos discretos, perfumes caros y murmullos contenidos. A la izquierda del altar, la familia Macmillan ocupaba la primera fila como una línea de realeza corporativa.James Macmillan, erguido como un general, sujetaba su bastón de caoba mientras conversaba con Anthony Walton, su reflejo en otro espejo de poder. Dos patriarcas. Dos tiburones viejos que, tras años de guerra silenciosa, sellaban la paz uniendo a sus herederos en un pacto de hierro disfrazado de boda.Charlotte Macmillan mantenía el mentón alzado, con los labios tensos y el orgullo intacto. A su lado, Amelia —hermosa y serena en un vestido azul medianoche— apretaba su copa de champagne como si la sostuviera por costumbre más que por deseo. Sus ojos vagaban hacia la entrada, vacíos por la ausencia de su esposo muerto. Imaginando, tal vez, cómo habría sido

Capítulo 16: Bodas de poderPOV OliviaLa celebración parecía sacada de una película de guerra fría. Sonrisas finamente ensayadas, copas de champagne elevadas como escudos, y miradas que destilaban veneno bajo trajes de diseñador.Mi vestido blanco, sin espalda, caía como un río de seda sobre mis piernas. Inmaculado. Impecable. Falso.Igual que todo esto.Desde el otro extremo del salón, vi a Elijah Macmillan clavar sus ojos en mi padre con el mismo desprecio que yo llevaba años cultivando.—Benjamín siempre ha sido un farsante —le susurró Elijah a su padre, sin saber que yo lo oía.Y por primera vez en toda la noche, sentí algo parecido al consuelo.Después, las puertas del hotel se cerraron tras los últimos invitados. La noche, y la suite nupcial, nos pertenecían.Liam no dijo una palabra al entrar. Aflojó la corbata, se sirvió whisky y se sentó en la butaca, como si nada de esto le afectara. Como si no acabara de esposarse a una mujer que lo detesta.—¿Contento con tu show? —pregun

Capítulo 18: La sonrisa de la víbora(POV Olivia Walton)No hay peor veneno que el que se sirve con una sonrisa.La cena en la casa Macmillan parecía sacada de un catálogo de familias perfectas: luces cálidas, vajilla de porcelana, el aroma delicado del vino tinto respirando en copas de cristal. Amelia, la matriarca, se paseaba por la sala como una reina sin corona, saludando con gracia a cada invitado.Yo mantenía mi rostro sereno, con una copa en la mano y una sonrisa aprendida, mientras cada fibra de mi cuerpo luchaba por ignorar el murmullo que se arrastraba por el aire. Un murmullo que se convirtió en susurros. Y luego, en un nombre.—Sophia.La escuché antes de verla.—Perdón por llegar sin anunciarme —dijo una voz suave, dulce, artificial.Giré hacia la entrada… y allí estaba. Sophia Cox. Ex de Liam. La mujer que había ocupado su cama durante tres años y su mundo durante cinco. Llevaba un vestido blanco, demasiado angelical para una mujer con ojos tan peligrosamente vivos. Cami

Capítulo 21: Veredicto y tentaciónEl juzgado federal de Manhattan vibraba con tensión contenida. Las cámaras no estaban permitidas, pero el eco del caso Sharp vs. Hamilton Biotech ya hacía ruido en todos los círculos financieros del país. Y no era para menos.Hamilton Biotech, uno de los conglomerados farmacéuticos más innovadores de los últimos cinco años, enfrentaba una acusación grave: supuesta apropiación indebida de propiedad intelectual vinculada al desarrollo de un software de trazabilidad genética. El contrato en disputa era nada menos que el más importante firmado por la firma Macmillan & Walton en todo el último año fiscal.Liam Macmillan y Olivia Walton se encontraban en la mesa de defensa junto a los gemelos Walton, quienes actuaban como asesores técnicos. Olivia llevaba el caso con temple de acero. Su traje oscuro contrastaba con el brillo sereno de sus ojos y con la voz firme que dominaba cada argumento.Habían pasado 2 meses en investigaciones y parecía que no iban a g