El tic tac del reloj es invisible en la mente de Gerald, cuyo cuerpo apenas soporta todo los golpes que hace sólo unos minutos fueron atestados en su cuerpo.Apenas se puede levantar del suelo.Con una de sus manos arropa su propio vientre y tose un poco de la sangre que cae de su boca. Se encuentra en el rincón, apretando el hematoma ya morado en su vientre y costillas. Han pasados unas horas ya desde que los enemigos vinieron. No quieren asesinarlo todavía. Sólo le pasaron un jarrón de agua y unos pedazos de panes que no probó. Debe mantenerse hidratado lo tanto que pueda. No sabe cuánta energía podrá usar si necesita correr para escapar. Vuelve a escupir al piso y sus ojos se van otra vez al candelabro con velas. Imagina esa luz como la que pertenece a su esposa, a sus hijos. Lo mantiene con los ojos abiertos, lo mantiene cuerdo. Lo que vaya a suceder de ahora en adelante no lo sabe, pero, lo único que espera es el momento adecuado, vulnerable, que consiga, para atacar. Estos

—¿Puedo saber…cómo carajos…Gerald Van Rome se escapó de mis manos…?La voz balbuceante y enojada de Basian Montgomery resuena entre el séquito de hombres que se miran las caras entre sí, algunos heridos y otros con vendas. Sólo han pasado horas desde que Basian pudo escapar usando a hombres como escudos humanos para salvarse y escaparse junto a Saemira, la única idiota que pudo salvarse de la guerra que estuvo a punto de quitarle la vida. Si no hubiese usado a uno de los hombres, probablemente no estuviera aquí. Está herido de brazo, pero vive.Cuando ruge con sus palabras casi sediento de ira sus hombres no pueden responderle nada. No hay nadie que responda por la catástrofe que sucedió.—¡Lo tuve a nada de hacerlo pedazos! ¡De volarle la cabeza! ¡¿Y nadie se dio cuenta que pudo haber sido una trampa?! ¡¿Nadie?! —mientras una enfermera intenta cubrirle las heridas Basian se mueve prácticamente loco hacia sus hombres—. ¿Cómo responden ustedes a esto?—Janet parecía sometida. Es

Los segundos con el beso compartido pasan y pasan y Scarlett no lo suelta. No puede. Es como si volviera a respirar, volviera a vivir otra vez. Percatándose que su marido acaba de despertarse luego de un desmayo provocado Scarlett rompe el beso y lo mira con pena. ¿En qué estaba pensando?—“Perdón” —Scarlett rápidamente mueve las manos.Gerald sostiene sus manos y así la vuelve a arrojar a sus labios. Ahora es él quien lleva las riendas del choque de sus labios, en una sinfonía que enciende cada rincón de Scarlett. Saborea su lengua, su forma mágica de besarla, el compás que eligen los dos para perderse como muchas veces lo hicieron en el pasado. Ya no hay mentiras aquí en este beso, ya no es como antes. Gerald está aquí así como ella lo está para Gerald. Quizás, éste beso es la unión clara que ambos habían perdido a base del engaño.—Estás tan hermosa…—Gerald habla en los labios rojos de Scarlett, quien toma aire y maneja su emoción de volver a besarlo—. Me vuelves loco…Scarlett une

La voz de su esposo es clara. Scarlett creyó que la mandaría a salir de éste lugar para no estar en el mismo lugar que Esad, aquel hombre que había hecho todo lo posible para separarla a su lado. Lo que no esperaba Scarlett era oírlo hablar. Algo ocurre en Scarlett con tan sólo mirarlo. Lo nota distinto, pero no sabe en qué. Jamás había creído que esto sería posible. Scarlett traga saliva al volver a Esad, quien la observa con detenimiento. La última vez que lo vio fue en la boda de Rina con el señor Iván. Ahora cree que han pasado milenios y eternidades desde la última vez que lo vio.Esad sonríe un poco.—Es un placer, Bestia. Pero no vine aquí a jugar con mi tiempo y a qué me mates porque sí.—Eso parece —Gerald, aún con sus heridas claras en el rostro, las vendas que cubren las mismas no tiene nada que ver con la forma en la que sus ojos quieren traspasar los órganos de Esad uno por uno hasta destriparlo para siempre—. Habla.—Tengo una estrategia, y quiero hablar contigo —Esad ec

No era Gerald un hombre que dejara con vida a un enemigo. Scarlett es lo único que lo ha mantenido a raya de no torturar a Esad como lo estuvo haciendo con Elijah. La única condición por la cual lo dejó vivir sólo se debe a lo que podía sacar de él. Todavía con recelo recuerda su conversación.Cuando quedaron solos, Esad trató de acomodarse en el suelo donde fue esposado, mirando a Gerald de la misma manera. No sólo lo observaba como si fuese el causante principal de sus desgracias, sino también como el enemigo que debía atacar. Esad permaneció en silencio unos cuantos segundos antes de carraspear y entrecerrar los ojos con claro escepticismo.—Quiero saber —Gerald comenzó con calma—, qué sería tan importante para ti para a venir a mí cuando eres tan desechable como cualquier otra basura.—Entérate desde ahora. No quiero nada que provenga de ti. Vine porque supe lo que le sucedió a Scarlett —Esad fue el primero en atacar con ojos llenos de ira—. Sabía que a tu lado no viviría bien.—L