Damon Siento aún el calor de Alina contra mi piel, su aliento tembloroso, el miedo en sus ojos. Ella está ahí, justo a mi lado, su mano sobre mi pecho desnudo, pero siento el vacío helado dejado por el pacto que sellé con Cillian. Este vacío es como una herida abierta, un abismo oscuro que se extiende en mis entrañas. La noche es pesada, saturada de un silencio opresivo. La luna, llena y brillante, ilumina la habitación a través de las cortinas entreabiertas. Las sombras bailan en el techo, extrañas e inquietantes. Alina duerme, su respiración calma y regular, pero yo… estoy despierto. Es imposible cerrar los ojos cuando siento esa cosa dentro de mí, ese veneno negro que pulsa en mis venas. Me levanto suavemente, cuidando de no despertar a Alina. Me dirijo hacia la ventana, mi mirada se posa en el oscuro bosque que rodea la mansión. Una brisa fresca se filtra por la rendija de la ventana, pero no apacigua el fuego que arde dentro de mí. Cillian me ha quitado algo esa noche. Lo
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