Narra EthanMientras bebía mi whisky, con la felicidad golpeándome el pecho como un tambor, escuché el timbre.Fruncí el ceño, miré la hora.1:34 a.m.—¿Quién carajo puede ser a esta hora? —murmuré.Me levanté del sofá, tambaleándome. Al dar un paso, tropecé con la maldita mesita de centro, pero logré mantenerme en pie. Caminé hacia la puerta y la abrí.Ahí estaba ella.Kendall.Empapada, con el cabello pegado al rostro, y un camisón que apenas cubría su cuerpo.Me reí.Volteé, miré la botella vacía.—Menuda broma, estoy hasta la mierda —me burlé de mí mismo, y cerré la puerta.Pero el timbre volvió a sonar.Abrí de nuevo.Seguía ahí.Tan real.Tan jodidamente perfecta.Entró sin decir una palabra.Y de repente, sus labios estaban sobre los míos.¿Ilusión? ¿Sueño? No me importaba.Al carajo la realidad.La estreché contra mi cuerpo, devorando su boca como si al hacerlo pudiera quedármela para siempre.Sabía a licor… y a deseo.Y eso solo encendió más mis demonios.Besé su cuello, lueg

Narra Kendall Llegué a casa y al estirar la mano hacia la puerta, me detuve en seco. No tenía la llave. Claro… no llevaba bolso, ni cartera, ni absolutamente nada más que esta bata que apenas cubría mi dignidad. Rodé los ojos con fastidio. No pensaba devolverme. Ni loca regresaría a esa escena a buscar una maldita llave que probablemente ni había llevado conmigo. Suspiré con resignación y marqué la contraseña en el panel digital de seguridad. Cuando la puerta se abrió, entré sin mirar atrás y la cerré con fuerza, como si pudiera encerrar junto con ella toda la vergüenza y el caos que me traía encima. Me dejé caer en el mueble, boca abajo, hundiendo la cara en una almohada mientras soltaba un sonido frustrado, una especie de quejido infantil, como cuando un niño hace una rabieta contenida. Quería desaparecer. Me incorporé de golpe, pasándome las manos por la cara, y me di unas suaves palmadas en las mejillas, como un castigo simbólico por mi estupidez. —¿Cómo pasaste de ser una

Han pasado varios días desde aquella noche. Cada día me encuentro pensando en lo mismo: ¿cómo lograré que Ethan deje a Brittany? La pregunta me persigue desde que abrí los ojos la mañana después de dormir con él… y no he vuelto a verlo desde entonces. Admito que aún me da vergüenza. Si escucho su voz en el pasillo, me encierro en cualquier habitación cercana o finjo estar muy ocupada en mi entrenamiento. La verdad es que me siento una cobarde, pero también sé que necesito estar lista… lista para enfrentar todo lo que viene, incluso a él. Durante estos días he estado entrenando sin descanso. Tatiana es increíble en lo que hace. Me ha enseñado movimientos de defensa personal que jamás imaginé dominar tan rápido. Golpes, bloqueos, estrategias de escape… ya sé cómo dejar a un agresor en el suelo si lo necesito. Además, estoy casi lista para manejar mi propia arma. Me siento más fuerte, más capaz, aunque aún queda camino por recorrer. Lili también ha estado entrenando a mi lado. Nos r

Embarazada.Esa palabra seguía grabada en mi mente como un eco persistente. La había escuchado mil veces en películas, en conversaciones ajenas… pero jamás pensé que estaría dirigida a mí. Me aferré a la sábana mientras la mirada de la doctora se clavaba con suavidad en la mía.—¿Embarazada? —susurré con incredulidad. Ella asintió con delicadeza.—Sí, señorita. Estás embarazada. Pero… lamentablemente, tu embarazo es de alto riesgo. Sentí que me faltaba el aire. Como si las paredes se cerraran sobre mí. Quise decir algo, pero no pude. La doctora se acercó, sentándose a mi lado con una expresión muy seria.—Tienes una anemia crónica severa, y actualmente estás descompensada. Tu nivel de hemoglobina está peligrosamente bajo, lo cual afecta tanto tu salud como la del bebé —explicó con voz firme pero empática—. Además, según tus análisis, estás mostrando signos de desnutrición moderada y agotamiento extremo por estrés. No has comido adecuadamente, no estás durmiendo, y tu presión arter

Narra Kendall. Mi corazón latía tan rápido que sentía que en cualquier momento se me saldría del pecho. No planeaba ocultarle el embarazo a Ethan, pero tampoco quería que se enterara de esta forma. Aun así, allí estaba, mirándome con esa intensidad que desarma, que me atraviesa como si pudiera leerme por dentro. Mis labios se entreabrieron, pero no salió palabra alguna. Quería hablar, explicar, hacer algo… pero parecía que había olvidado cómo se hacía eso: hablar. —Kendall —dijo mi nombre con una voz suave, pero cargada de tensión. Cada sílaba llevaba consigo una tormenta de emociones. Él bajó la mirada hacia la mesa, justo donde estaban los análisis y las indicaciones médicas. Extendió la mano para tomarlos, pero Lili fue más rápida. Los agarró sin pensarlo dos veces. —Ethan, nosotras hablamos de eso porque… —empezó Lili con nerviosismo, tratando de suavizar lo inevitable. —Lili, por favor, déjanos a solas —la interrumpió Ethan sin siquiera mirarla. Su voz fue firme, sin