*—Callum:Inhaló y exhaló profundamente, repitiendo el mismo procedimiento una y otra vez mientras trataba de calmar los nervios que lo atenazaban.Desde el encuentro con Camille, Callum se había debatido durante días si ir o no a casa de sus padres y darles la cara. La sola idea lo consumía; se había sentido incómodo, culpable, peor que nunca… hasta que la noche anterior Dominick habló con él, lo tranquilizó y juntos decidieron que era momento de hacerlo. Ahora estaban allí, frente a la fachada blanca de dos pisos de la casa familiar.El inmueble, más que un hogar, parecía un monumento a la ostentación: líneas modernas, ventanales de vidrio polarizado, balcones amplios con barandales de acero cromado y un portón eléctrico que brillaba bajo el sol. A los lados del camino de entrada crecían arbustos perfectamente recortados, palmeras importadas y un césped tan pulcro que parecía artificial. La fachada estaba adornada con lámparas de diseño y detalles metálicos que buscaban deslumbrar,

*—Dominick:Sabía que la familia de Callum era una mierda, pero no pensaba que fuera a serlo tanto.Su amado estaba molesto por la actitud que sus familiares tomaron con él, viéndolo con falso orgullo, con sonrisas fingidas y palabras que no escondían su desprecio. Escuchar de su propia boca todo lo que había sufrido y ver aquella actitud era como presenciar una maldita obra de teatro barata.Dominick, que había nacido como alfa, jamás conoció el peso de esas miradas acusadoras, jamás fue señalado por lo que era. Siempre hubo admiración por su linaje y orgullo en su apellido, pero allí, viendo la dinámica podrida entre Callum y los Avery, comenzaba a comprender tantas cosas… comprendía por qué su pareja cargaba tantas cicatrices invisibles, por qué había aprendido a esconder sus emociones. Y esa revelación lo hizo sentir una rabia profunda, porque nadie merecía vivir bajo ese tormento, mucho menos Callum.Se mantuvo al margen al principio, escuchando con el corazón encogido cómo su om

*—Callum:Se sentía como si un camión lo hubiera arrollado sin piedad. Sus extremidades estaban entumecidas, pesadas como plomo, y un dolor punzante le martillaba en las sienes.Callum abrió los ojos lentamente, el mundo girando levemente a su alrededor. La luz del mediodía entraba a través de la ventana, filtrándose entre las cortinas, y lo primero que vio fue a Dominick, inclinado sobre él, con el rostro lleno de preocupación. Su corazón dio un vuelco al reconocer a su alfa, tan cercano, tan protector.—Shh… ya estoy aquí —susurró Dominick, apretando suavemente sus manos contra las de Callum—. Todo está bien. Respira, amor.Callum parpadeó varias veces, intentando enfocar la mirada. Su cuerpo aún estaba débil, y un leve mareo lo hizo suspirar, pero la sensación de seguridad que emanaba Dominick lo calmó de inmediato.—Dominick… —balbuceó, con la voz ronca y temblorosa, intentando incorporarse apenas un poco.—Tranquilo, no te muevas demasiado —lo detuvo Dominick, acomodándolo mejor

*—Callum:Regresar a casa nunca se había sentido tan bien.Callum se sentía liberado, como si un yugo invisible se hubiera quebrado por fin sobre sus hombros. Durante demasiado tiempo había cargado con un dolor silencioso, con la certeza de que su familia jamás lo había valorado, convenciéndose de que era una sombra incómoda en su mundo. Y aunque sabía que el camino de la reconciliación apenas empezaba, notar que sus padres estaban cambiando y que, poco a poco, lo aceptaban… era un paso hacia adelante.Quizás las heridas no sanarían de la noche a la mañana, pero ahora, al menos, podía mirar hacia el futuro con un atisbo de esperanza.Cuando cruzaron el umbral de la habitación en la mansión de los Delacroix, el lugar donde habían estado viviendo, Callum se dejó caer sobre la gran cama mullida. Su cuerpo estaba exhausto, no solo por el desgaste físico, sino por la tensión emocional que lo había consumido en aquel encuentro. Nunca pensó que la relación con sus padres llegaría a ese extr

*—Callum:Cuando Dominick y su primo llegaron frente a él, el hombre con gafas oscuras se las quitó lentamente, revelando unos intensos ojos azules que contrastaban con su cabello largo y su apariencia ruda. Sonrió, mostrando una dentadura perfecta y casi cegadora.—Hola, Callum —saludó Dante con voz tranquila, pero firme.—Hola —respondió Callum, todavía algo sorprendido por la intensidad de su mirada y claro, por el parecido con Dominick, pero todos los Delacroix se parecían entre ellos. —Ahora entiendo —dijo Dante, volviéndose hacia Dominick, quien no pudo evitar soltar una risa—. Es un bombón, primo.—Ya, ya, preséntate correctamente —le dijo Dominick, dándole un pequeño golpe en la espalda a su primo.—Soy Dante Delacroix, primo de Dominick —se presentó Dante, todavía sonriente.—Y el primo de Engel por parte de su madre —añadió Dominick con un movimiento de cabeza, como recordándole un detalle importante.—Ah, sí, el primo de Engel —repitió Dante, riendo.—Un placer, Dante —dij