Todos los capítulos de La amante embarazada del lobo CEO : Capítulo 21 - Capítulo 30
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21. No es normal
21SeraphinaYa era demasiado.No quería seguir viendo esto, por mucho que se lo merecieran, me enfermaba. Lucien murmuraba disculpas que se ahogaban en su propia desesperación, su voz pastosa por el alcohol, sus ojos empañados de miedo.Y Ryder… seguía imperturbable. Como un rey cruel en un trono de hielo.Sabía que, si no hacía algo ahora, esto terminaría de la peor forma.Me puse de pie, con el corazón latiendo con fuerza.—Señor Thorne —susurré con suavidad, posando una mano en su hombro.No me miró, pero insistí.—Necesito que venga conmigo un momento, el señor Aiden necesita hablar con usted —dije como una excusa que siempre usábamos cuando necesitaba alejarse.Unos segundos de silencio.Su mandíbula apretada.Sus nudillos aún tensos.Pero entonces, se levantó, sin decir nada, sin mirar a nadie y suspiré de alivio. Lo tomé del brazo, guiándolo fuera del reservado. las miradas nos siguieron, pero nadie se atrevió a decir una palabra.Mientras atravesábamos el pasillo alfombrado,
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22. Agudo y certero
22RyderLucien estaba acabado.Y no lo decía por el olor a alcohol que salía de su boca ni por el temblor incontrolable de sus manos mientras intentaba disculparse con frases torpes. Lo que estaba destruido era su dignidad. Su poder. Yo me había encargado de eso.Y no me arrepentía.No cuando seguía atreviéndose a mirar a Seraphina con algo de resentimiento, esto se lo buscó él solo.La reunión terminó antes de tiempo debido al borracho Lucien, me marché directo al auto sin decir una palabra. Ella me siguió en silencio como siempre. Los pasos de Seraphina, firmes y decididos, hacían eco en el mármol, el sonido de sus tacones retumbando como metrónomos cargados de tensión.Subimos al Maybach y, tan pronto cerró la puerta, esa fachada de hielo que había sostenido durante horas comenzó a desvanecerse. Volvió a ser de carne, de piel, de emociones que intentaba contener.Durante el trayecto, no hablamos. Ella sacó su teléfono y empezó a hacer llamadas hablando con gerentes y borrando las
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23. Me había traicionado
23SeraphinaSentí un pinchazo en el cuello que me hizo abrir los ojos de golpe, con el corazón a punto de salírseme del pecho. Lo último que vi fue la cara de Ryder, tan cerca… tan llena de culpa. Y entonces entendí. Él había me había traicionado. Él quería que yo… que yo perdiera a nuestro bebé.Pero no me dormí del todo. No como esperaban.Algo dentro de mí se resistió. Tal vez fue instinto, tal vez fue miedo, o simplemente una furia salvaje que me quemó por dentro. Cuando el cuerpo del enfermero se acercó para tocarme, reaccioné. Le di una patada con todas mis fuerzas. Escuché su grito cuando cayó hacia atrás y en ese segundo de caos, tomé lo primero que vi: un bisturí. Le abrí un tajo en el brazo, sin pensar.Corrí por el pasillo con las luces fluorescentes parpadeando. Corrí sin mirar atrás, con la bata suelta volando detrás de mí, los pies desnudos, y el sonido de las alarmas activándose. No sé cómo llegué a la calle, pero el aire frío me azotó la cara como una bofetada. Era
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24. Una llamada de emergencia
24NoeliaEl teléfono vibró sobre la mesa de noche y, aunque apenas eran las cinco de la mañana, algo en mi pecho me decía que debía contestar.—¿Hola? —mi voz sonaba rasposa, cargada de sueño.—¿Noe? Soy yo —la voz de Seraphina salía entre jadeos—. No me preguntes nada, por favor, solo… ven por mí. Estoy cerca de la calle 7. Hay una panadería, creo que se llama "La Esperanza". Me escapé… él quería… él quería que lo perdiera. No me dejó decidir.—Ya voy —dije, sin nada más en mi mente que buscar a mi amiga y tal vez patear unos cuantos traseros.“¿Cómo se atreven a intimidar a Seraphina?” pensé enojándome más y más mientras la escuchabaLa escuché sollozar pacientemente mientras me iba poniendo unos zapatos de goma para ir por ella.No pregunté nada más. En menos de dos minutos, tomé las llaves del auto y salí sin pensarlo. La ciudad aún estaba dormida, pero mi cabeza iba a mil. Algo le había pasado. Algo grave. Y no pensaba dejarla sola.Cuando por fin la vi, encogida junto a un post
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25. El padre del bebé
25SeraphinaLa película había terminado, pero mi mente había estado en otro lugar todo el tiempo. Las escenas pasaban como sombras frente a mí, sin dejar huella. Me reí un par de veces con Noelia, fingí sustos, incluso comentamos lo predecible que había sido el final, pero por dentro… por dentro seguía sintiéndome frágil. Como si un mal viento pudiera romperme en mil pedazos.Caminábamos por el pasillo hacia la salida del cine cuando mi celular vibró. Lo saqué del bolsillo con desgano, sin esperar nada, pero el nombre en la pantalla me hizo detenerme en seco.Blake.Respondí sin pensarlo.—¿Hola?—Sera —su voz sonaba tranquila, firme—. Estoy saliendo a buscarte. Tengo tu casa lista, ¿me das la dirección dónde estás?Me sorprendí, y al mismo tiempo, sentí una especie de alivio recorrerme. Asentí, aunque él no podía verme, y le pasé la dirección del cine.—Dame quince minutos. Quédate ahí, ¿sí? No te muevas.—Está bien… —respondí, más suave de lo que pretendía.Colgué y bajé el teléfon
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26. No necesito hijos
26RyderLa fiesta fue un éxito para la familia Thorne. Risas, flashes de cámaras, brindis con copas de cristal. Todos celebraban como si el mundo estuviera bien.Pero yo no podía respirar sin pensar en ella.Seraphina.Puede que si le dijera a alguien lo que intenté hacer… lo que estuve a punto de permitir, me crucificarían como al mismísimo Dios de los humanos.Pero si me das a elegir entre un niño que no conozco y la vida de Seraphina, elegiré siempre a ella.No necesito hijos. Solo la necesito a ella.Ya ha pasado una semana. Siete malditos días sin una sola señal, sin un mensaje, sin una ubicación. Es como si la tierra se la hubiese tragado. Y yo estoy perdiendo la cabeza.Tan irracional, tan fuera de mí, que mis asistentes se escapan como ratas de un barco en llamas. La última, una chica nueva, apenas derramó café en la alfombra de mi oficina y se quedó paralizada, con la bandeja temblando entre las manos.—Lárgate —murmuré entre dientes, los puños apretados, la mandíbula tens
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27. Perdiendo la noción del tiempo
27SeraMe la pasé encerrada toda la semana en la casa de Blake.Las cortinas permanecían cerradas, el aire era denso y mi cuerpo parecía haber olvidado cómo moverse con normalidad. Dormía, lloraba, volvía a dormir. Comer era opcional. Existir, un castigo.Blake se preocupaba más de lo que decía en voz alta. Me traía comida, agua, intentaba animarme con tonterías, pero yo solo me encogía en el sofá o bajo las sábanas.Tuve que poner a mis padres en la lista negra del celular. No dejaban de llamar, y no estaba lista para enfrentarlos. Ni a ellos, ni al mundo.Esa mañana —o tal vez era tarde, perdí la noción del tiempo— Blake tocó la puerta y entró sin esperar respuesta.—Sera, tienes que salir de esa cama… —su voz era suave pero firme, como si hablara con una criatura herida—. ¿Qué tal si vienes al Grupo Kingswell? Podemos ir a almorzar luego de mi reunión —dijo todo de carrera, mientras recogía sus papeles y ajustaba su reloj.Me quedé en silencio, mirando el techo como si esperara qu
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28. No llegué a tiempo
28BlakeVi el reloj por quinta vez en menos de diez minutos y solté un suspiro. Marqué su número otra vez, y como las anteriores, no contestó. Me pasé la mano por el cabello, ya ansioso.—¿Dónde estás, enana? —murmuré. ¿Estarías en camino o jamás saliste de la cama?Me preocupaba. Mucho. La última vez que la vi parecía una sombra de sí misma, y eso me carcomía por dentro. Me hacía sentir un inútil. Yo debía protegerla, cuidarla… no verla así, rota.Apreté los puños sobre el escritorio, sintiendo el calor subir por mis venas.Ese imbécil que la dejó en ese estado se iba a ganar perder unos cuantos dientes. O más que eso.—Nadie hace llorar a mi hermanita y se queda ileso —gruñí entre dientes.Me levanté decidido. Iba a bajar y le iba a avisarle a Malena, mi asistente, que Sera vendría. Pero su escritorio estaba vacío. Fruncí el ceño. ¿Dónde se había metido?Justo cuando iba a marcarle, me llegó un mensaje del equipo de seguridad."Una mujer intenta ingresar sin autorización. Se niega
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29. Hasta que explote
29RyderMe di la vuelta con el cuerpo temblando, tenía que irme, estaba a punto de hacer una estupidez, cuando sentí la mano de Aiden detenerme por el brazo.—No puedes irte ahora, Ryder —dijo serio, bajando la voz, pero sin perder firmeza—. La reunión es en quince minutos. Si se firma, hablamos de más de cien millones de dólares. No puedes tirar todo a la mierda por una asistente insignificante.Me giré tan rápido que casi lo golpeo. Lo miré directo a los ojos y gruñí, con los dientes apretados como fiera contenida.—Vuelve a hablar así de ella… y voy a apretar tu maldito corazón hasta que explote —le advertí con una voz tan baja y amenazante que incluso Aiden, que ya estaba curtido de lidiar conmigo, retrocedió un paso.Respiré hondo.No podía perder el control. No ahora.Comencé a caminar hacia la recepción como si nada, como si no estuviera al borde del colapso. Vanesa, mi nueva asistente, caminaba detrás de mí con los tacones resonando nerviosos.—Grupo Thorne, tenemos una reuni
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30. Físico y emocional
30RyderLa llamada me distrajo mucho, apreté la mandíbula mientras hablaba con el doctor al otro lado de la línea.—Me dijeron que necesitaba de mis especialidades —dijeron al otro lado de la línea.—Gracias por atender tan rápido —dije, aunque mi tono no ocultaba del todo la tensión.Había encontrado un médico especialista en mujeres embarazadas de lobos. Uno de los pocos que aceptaban trabajar con clanes cerrados.—¿Quién es? —pregunta Aiden.—Es la doctora que encontraste. Quiere revisar a Seraphina —agregué, mientras caminaba hacia uno de los ventanales de la sala de reuniones vacía—. puede que la medicina humana… no sé, que la tecnología pueda ayudarnos. ya no estamos en la edad de piedra, ¿no?Me pasé la mano por el rostro, agotado.Si hay algo, cualquier cosa, que la mantenga segura… lo haré.Aunque tenga que soportar verla con él. aunque me parta en dos.La llamada me distrajo mucho. Encontré un médico especialista en mujeres lobas embarazadas y quiere revisar a Seraphina. ¿P
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