C140-JUGAR CON FUEGO.Eros no le dio tiempo a pensar. Sus labios se apoderaron de los de ella con una urgencia que la dejó sin aliento. Le sujetó la mandíbula, inclinando su rostro para profundizar el beso, como si quisiera devorar cada suspiro, cada recuerdo que había intentado borrar. Lucy sintió cómo el bolso se le escapaba de los dedos, cayendo al suelo con un golpe sordo que ninguno de los dos escuchó.Sus manos, casi por voluntad propia, se deslizaron por el torso desnudo de Eros, recorriendo cada músculo tenso bajo sus dedos, disfrutando de la piel caliente. Sus manos subieron hasta su cuello, enredándose en el pelo oscuro que siempre olía a tabaco y peligro. Entonces el, rompió el beso, solo para dejar una estela de labios ardientes por su cuello, mordiendo suavemente justo en el punto que la hacía temblar.Lucy cerró los ojos, perdida en la sensación, pero entonces la realidad la golpeó como un puñal. «No. No puede volver a pasar.»—No…— Jadeó, apartándolo con las manos temb

C142-DONADOR ESTRELLA.―¡Daniel! ― Ava se acercó con una sonrisa cálida, los brazos abiertos, ―cuánto tiempo sin verte.Lucy contuvo el aire mientras los dos se abrazaban. Su sonrisa se tensó, pero mantuvo la compostura, aunque sus dedos apretaron discretamente la copa que sostenía.—¿Y tú, Lucy? ¿No vas a saludarme? —Daniel la miró con esa familiaridad que le hacía sentir incómoda, como si el tiempo no hubiera pasado.Ella abrió y cerró los labios antes de avanzar, abrazándolo rápido, casi robótico.—¿Cómo estás?—Feliz de verte —respondió él, sin soltarle del todo la mirada—. Casualidad, antes de venir a Chicago hablé con tu padre. Me dijo que ahora vives aquí.Lucy forzó otra sonrisa, esta vez más rígida. Sabía que Daniel no se iría tan fácil. Seguiría de insistente, esperando algo que ella no podía darle. Pero lo que más le quemaba los pensamientos era Eros. De repente, la voz del orador resonó en el salón, sacándola de sus cavilaciones.—¡Por favor, demos un aplauso a la organiz

C144- FIN DEL JUEGO.Eros se paró al borde de la pista, su vaso de whisky en la mano apenas se movía, pero su mirada era un incendio.No veía el salón, ni las luces ni la gente bailando, solo veía a Daniel y a Lucy, en sus brazos.Lucy intentaba no mirarlo, pero lo había visto desde que apareció. Daniel fue otra cosa, él sonrió arrogante.—Parece que tu excuñado no sabe darse por vencido —murmuró apretando un poco su agarre.Lucy intentó soltarse.—Ya terminó la canción, debo irme.Pero Daniel no la dejó.—La puja incluía toda la canción, cariño.Ella lo miró, molesta, y se zafó de golpe. Sus tacones repicaron en el mármol mientras se dirigía al jardín exterior del hotel.Daniel la vio irse, apretó los dientes y giró la cabeza, cruzando la mirada de Eros, luego fue tras Lucy.La encontró junto a un gran árbol, respirando hondo, pero cuando escuchó pasos y lo vio, habló molesta.—Daniel, no es el momento...Él no le dio tiempo, la sujetó de los brazos.—¿Qué mierd4 te pasa, Lucy? ¿Por q

C146- ANHELO.Mientras tanto, en su solitaria casa, Ava sostenía el teléfono, porque segundos antes una notificación la hizo mirar la pantalla.Era un mensaje de una de las amantes de Julián.“Cariño, ¿no te das cuenta? Él me prefiere. Te mando un saludo desde su cama.”Ava sintió cómo la sangre se le helaba en las venas y el labio inferior le tembló. Esa mezcla de cólera venenosa y humillación la atravesó como un puñal.Respiró hondo.El silencio se rompió con el sonido seco de su teléfono al estrellarse contra la pared, el móvil saltó y cayó junto al sillón.Se quedó paralizada, las lágrimas brotando sin aviso. Su vida estallaba en mil pedazos a su alrededor, y no había nada que pudiera detenerlo. Pronto sus sollozos se convirtieron en un gemido sordo, quebrando la dureza que siempre la definió.—Maldito… —sollozó—. Maldito bastardo…De repente, dejó de llorar y el dolor y la rabia se transformaron en una frialdad que le congeló el pecho. Respiró con fuerza, recogió el teléfono roto

C148-NO QUIERO UN PRINCIPE.Lucy se quedó congelada, el corazón golpeándole el pecho como un tambor descontrolado. No podía moverse. Ni respirar. Solo sentirlo. Sentir cómo su presencia la rodeaba como un campo magnético.Eros se detuvo a centímetros de ella. No la tocó, pero su cercanía era abrumadora, como si todo el oxígeno de la habitación se redujera a lo que él exhalaba.—No voy a disculparme por traerte aquí, Lucy —dijo con voz ronca, pero controlada—. Eres mía, mi tesoro más valioso, y una reina siempre debe estar junto a su rey.Hizo una pausa, sus ojos no la dejaban, estaban fijos en los de ella como si su vida dependiera de eso.—Tú crees que puedes alejarte de mí. Mandarme al infierno y desaparecer. Pero no entiendes algo: desde que te fuiste, dejé de dormir, de respirar bien, de sentir algo que no fueras tú. Y cuando ya no pude soportarlo más…Se inclinó un poco, su nariz rozó la de ella.—Te traje de vuelta. Aunque eso me convierta en un monstruo.Lucy lo miró con los oj