13. El primer recuerdo: La confesión de Matías
Elara recuerda. No como quien repasa un sueño, sino como quien atraviesa un umbral.La escena le llega nítida, cargada de un perfume que no pertenece al presente: jazmines nocturnos y hierba húmeda, mezclados con la vibración grave del mundo antiguo. El campo está cubierto de flores blancas, pero el cielo ha cambiado su curso, tiñendo los pétalos de un rosa etéreo. Una luna de sangre se alza, redonda y cruel, iluminando el mundo con una claridad encantada.Frente a ella —o más bien, frente a Elizabeth—, está Matías. Solo los dos, bajo ese fenómeno que obliga a los licántropos a despojarse de toda mentira. Bajo la luna de sangre, ningún corazón puede ocultar su verdad. Por eso él la ha llevado allí. Para hacerle una petición. Para que ella pudiera preguntarlo todo… antes de decir que sí.—Quiero que seas mi reina —dice Matías, con la voz más serena que ella haya escuchado nunca—. Pero más que eso, quiero que me permitas ser tu rey. No por título, no por rango…, sino por amor.Elizabeth
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