El padre de Mateo la miró con extrañeza.—¿Estás segura? ¿Desde cuándo a este muchacho le interesa alguien?—Tú espérate y vas a ver. Para él, Sofía es alguien muy especial, te lo aseguro.Con ese breve intercambio, ambos dieron por hecho que Mateo estaba interesado en Sofía. Especialmente su madre, quien lo conocía a la perfección. Después de todo, era su hijo; ¿cómo no iba a entenderlo? El muchacho siempre había sido igual: desde pequeño, ante el menor problema, tendía a evadirlo. De grande, esa costumbre se había acentuado, y ya no tenía la gracia de cuando era niño.Cuando Mateo salió, se limitó a dar una vuelta por los alrededores. En realidad, no tenía ningún asunto importante que atender, pero quedarse en aquella habitación, bajo la mirada persistente de su madre, lo hacía sentirse raro e incómodo.No pudo evitar recordar sus palabras.«¿Me gusta?»Al pensar en ello, la imagen de Sofía, con cada uno de sus gestos y sonrisas, acudió a su mente de forma involuntaria. Era como si e
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