—Esta es la hija que conseguiste con tanto esfuerzo. Es tu culpa por no poder dar a luz a una hija sana, ¿por qué me culpas a mí? —dijo.Francisco giró la cara, manteniendo su frialdad, e incluso mientras miraba a Nieves, sus ojos mostraban cierta burla.—No me digas que has olvidado cómo te metiste en mi cama sin vergüenza alguna y cómo maquinaste el nacimiento de esta niña.—Ya que te gustan tanto los niños, muy bien, te daré otro y asunto arreglado.Diciendo esto, Francisco dio un paso adelante, tomó el mentón de Nieves y la besó.¡Qué asco, qué absoluto asco!Nieves nunca imaginó que podría sentir tanto asco. Usando toda su fuerza, empujó violentamente a Francisco.—Ya estamos divorciados, Francisco, ¿podrías tener algo de dignidad?Francisco jamás esperó que su beso fuera rechazado de esa manera.Sus ojos se llenaron de irritación: —Nieves, no tenemos certificado de divorcio, seguimos siendo esposos. ¿Por qué te haces la difícil? ¿Qué pretendes?Si esto era lo que ella quería, ¿po
Leer más