El regreso a la finca fue mucho más emotivo de lo que Camila había esperado. Aunque su cuerpo aún arrastraba el cansancio del parto, de las horas interminables en el hospital, su corazón latía con una mezcla intensa de ilusión y nerviosismo al atravesar las grandes puertas de la propiedad.Cada rincón parecía más luminoso, más acogedor, como si la casa misma hubiera estado esperando este momento junto a ellos.El auto avanzó lentamente por el sendero arbolado, y en cuanto se detuvieron frente a la entrada principal, Marta salió a recibirlos. Llevaba un delantal limpio y una sonrisa que no pudo ocultar, aunque sus ojos ya estaban inundados de lágrimas.Cuando vio a la pequeña Leonora en brazos de Camila, se llevó una mano al pecho, sobrecogida.—Bienvenida a casa, princesa —murmuró, acercándose con respeto, como si temiera quebrar la perfección de ese momento.Camila sonrió, sintiendo una emoción cálida que le llenó el pecho. El ambiente era diferente.Ya no estaba esa distancia protoc
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