En el reservado privado, viendo a todos riendo y charlando animadamente, Marisela no lo encontraba ruidoso, sino que sentía una especie de autenticidad, como si estuviera conectada con la sociedad, con los pies en la tierra.Durante estos dos años de matrimonio, su círculo social se había cerrado completamente, girando solo alrededor de Lorenzo. ¿Cuánto tiempo había pasado sin experimentar esta vida tan vibrante?Levantó su copa y dio un pequeño sorbo, con una expresión de placer relajado y una sonrisa serena.Aprovechó el momento de ir al baño para pagar la cuenta. Cuando los demás se enteraron, insistieron en dividir los gastos y transferirle dinero, pero Marisela sonrió diciendo que no era necesario.—No te invitamos a cenar para que nos pagues tú, cada quien debería pagar lo suyo —dijo una compañera.—Lo sé, la próxima vez dividimos la cuenta, ¿o acaso solo me van a invitar a comer una vez? —respondió Marisela entre risas.Al final nadie pudo convencerla, e incluso ayudó a pedir ta
Leer más