Un vaso de cristal cayó al suelo, y el sonido de vidrios rotos sobresaltó a ambos.Silvia, alarmada, levantó la mirada. Vivian permanecía inmóvil, con los ojos y la boca muy abiertos, mirando fijamente la pierna hinchada y enrojecida de Silvia.— ¿Vivi? —llamó Silvia suavemente.— ¡Ah! —Vivian gritó repentinamente y se cubrió los oídos, como si estuviera viendo algo aterrador, y comenzó a retroceder con pánico.— ¡Socorro! ¡Ayuda! —gritaba angustiada.De pronto, empezó a reír:— ¡Aléjense! ¡Aléjense! ¡Fuera de aquí! ¡Ayuda! ¡Silvia, no!Hablaba de manera incoherente, como si estuviera frente a demonios.Daniel, con el ceño fruncido por la preocupación, se acercó rápidamente a Vivian para intentar controlarla:— Vivian, soy yo.Pero la voz masculina pareció despertar los recuerdos más aterradores en Vivian, quien comenzó a resistirse frenéticamente, con el rostro cubierto de lágrimas y mucosidad.— ¡No te acerques! ¡Aléjate! ¡Ayúdenme!Murmuraba palabras sin sentido, completamente ilógi
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