En el momento en que esas palabras cayeron, la alta figura de Mateo se tambaleó.Al mismo tiempo, su pálido y atractivo rostro se llenó de incredulidad.Al segundo siguiente, el hombre agarró desesperadamente los hombros de Fabiola, buscando frenéticamente una confirmación:—Me estás mintiendo, ¿verdad? ¿Cómo podría haber sido infiel? ¡Amo tanto a Ana, es imposible que la engañara!Viendo el estado de su hijo, Fabiola se mantuvo serena.Repitió lo que acababa de decir:—Mateo, realmente fuiste infiel, traicionaste a Ana.Quizás este era el castigo por ser desleal en una relación.La amnesia solo había borrado la parte en que él cambió sus sentimientos, recordando únicamente que el amor de su vida era Ana.Pero Ana ya no lo amaba.Con un estruendo interno, Mateo se agachó dolorosamente, sujetándose la cabeza, murmurando continuamente que era imposible. Fabiola hizo una señal y el conductor ayudó a subir a Mateo al coche.Esta vez, el hombre no opuso resistencia. Esa misma noche desarrol
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