—¿Todo bien?— Harper alzó la mirada de su computador al verlo llegar a la habitación. Mateo abrió su camisa luego de revisar que Rangda tuviera comida, y mientras ella se distrajo observando el torso descubierto, él veía que se había estado comunicando con Winifred. Una llamada reciente revelaba que estuvieron hablando. —Nada que no se pueda solucionar— contestó ella en lo que él se quitó la camisa y bajó las manos a su cinturón. —Win dice que Franzua no ha llegado y está preocupada.—Está ocupado— añadió él sin poder decir más. Se pasó las manos por el cabello, caminando hacia ella con la vista fija—. El consejo suele influir en la defensa del clan en un 80%—, ella dejó que las manos de su marido la tomaran de los hombros, acariciando su piel, antes de sentarse a su lado y hacerla sentarse sobre él. —Así lo dispuso Braulio antes de morir.Harper entendió que era importante para él, aunque no comprendía por qué debía saberlo, le dio toda su atención. Frunció el ceño con leve extrañe

—¿Viniste a burlarte?— cuestionó Phiama, incorporándose, usando sus brazos para apoyar su espalda en las almohadas. —Eso de proyectar inseguridad como ataque, siempre te ha quedado pequeño —respondió Harper sin perder el aplomo, deteniéndose a medio paso de la cama—. Si quisiera burlarme, estarías llorando antes de que pudiera entrar del todo a este sitio. El silencio se cargó el espacio. Horus se seguía a su lado, como si sintiera que no estaba tan segura en ese lugar.Harper ladeó ligeramente la cabeza, observando a la mujer frente a ella, reparando las uñas poco cuidadas, los codos raspados y algunas heridas en el rostro. Era claro que no la pasó bien esas semanas. —No vine por ti, Phiama— eso era seguro—. Ni para humillarte ni para aplastarte. Eso, por si no lo recuerdas, ya sucedió en el escenario… y en la vida —sus palabras eran suaves, pero cada una iba calibrada por ella—. Vine porque a pesar de lo que hiciste, no mereces que te pudras sin testigos. Y yo soy mejor testigo q

Harper sintió que su cuerpo tenía una carga de adrenalina mayor a la que podía resistir. Necesitaba descargarla de alguna manera. Su corazón bombeaba demasiado rápido y debía hacer algo pronto. Pero aún estaba despidiendo a los sujetos que se marchaban uno a uno, con su esposo mirándole el trasero sin pudor alguno. Presentarla como Harper Visconde de Crown no era una manera de unirla o separarla de algo, sino de hacerle saber que ella no dependía de ningún apellido para ser quien era. Y verla desenvolverse tan bien entre sus nuevas obligaciones y con nuevos privilegios lo tenía con la temperatura elevándose. La inglesa recibió el último apretón en su mano y dio un paso atrás viendo a Berfield subir a su vehículo poniéndolo en marcha como los demás. Los tres cargos ahora rugían en su cabeza. Berfield era el consejero primario de estrategias internas, “El Sabio Gris del Consejo” ahora que Artyl había muerto. Debía dirigir la estrategia administrativa del clan. Gestionar conf

—Extracción llegó —informó uno de los sujetos frente al computador.Mateo se levantó de su silla, cruzando la estancia. Harper lo siguió con paso firme. Berfield se enderezó en su asiento, atento a lo que ocurría. El abogado, por su parte, se encargaba de lidiar con los permisos rotos que su gente había pisoteado en ese país. Ya no era tiempo para trámites, sino para controlarlos a su manera.—Ponlo en altavoz —ordenó Harper dejando de escribir el mensaje para Fannie. Su voz no fue alta, pero no lo necesitó. Bastó el peso en su tono para que nadie dudara en hacer caso de inmediato. El sonido distorsionado llenó la sala. Viento, respiración agitada… y después, un silencio tenso que los dejó viendo la pantalla grande frente a todos. —Objetivo en contacto. Zona parcialmente asegurada —informó el líder del grupo—. Tuvimos interferencia.—¿Los tienes a la vista? —preguntó Mateo.—Negativo, señor. Pero los disparos continúan. En este caso, eso es una buena señal —nadie lo interrumpió—. Re

Las puertas de la residencia Artyl se abrieron con lentitud,al ser puestos en sobreaviso de más dispuestos a acompañarlos en ese día trágico para la familia. Harper descendió con calma, dejando el teléfono de nuevo. Fannie la hacía reír con sus ocurrencias, pero debía retomar su papel. Se incorporó con la mirada fija y las manos enguantadas sujetando el brazo de Marek para caminar sobre el camino inclinado. Izan la flanqueó en las escaleras de piedra sin decir palabra, con esa forma suya de vigilar en silencio, mientras Asher bajó de su moto girando las llaves entre los dedos, como si fuera un paseo más de sus domingo.La familia anfitriona esperaba en la entrada con rostros en alto, pero en los ojos se notaba que no estaban para recibir visitas. Harper se acercó primero, con la clase de temple que no debía sacar de la manga, porque la usaba hasta por lo mínimo.Mantuvo el mentón erguido, sin esfuerzo alguno al tomar la mano del hijo mayor.—Lamento profundamente su pérdida. No hay p