Dijo eso y se dio la vuelta, se fue cargando con una tristeza rara y muy pesada.Lo miré en silencio, recordé todo lo que hizo por mí en este tiempo, su cuidado y las veces que me salvó en momentos clave. En el pecho, sentí una pequeña punzada de emoción.No pude evitar decirle:—Sobre cómo defiendes a tu hermana, no estoy enojada contigo, de verdad.Javier dio un pequeño paso, se detuvo un momento. No se dio la vuelta, solo sonrió un poco y dijo:—Pero nunca será posible entre nosotros. Aunque Mateo no estuviera, de todas formas no lo sería, ¿verdad?Apreté los labios y respondí:—Sí.Si estaba destinada a fallarle, no debía dejar que él siguiera con esperanzas conmigo.Javier se rio, pero sonaba cada vez más abatidoDespués de un rato, se volteó para mirarme. Su cara, tan perfecta, tenía una sonrisa triste, pero muy bonita.Dijo:—Cuando se instalen allá, mándame un mensaje para no preocuparme.—Está bien.—Y cuida a los bebés. Si... si algo anda mal, avísame de inmediato.—Lo haré.
Leer más