Lucas parpadeó, atrapado en esa confesión que nunca antes había escuchado con tanta claridad. Marfil se lo había negado tantas veces, había puesto barreras, se había refugiado en justificaciones frías y pragmáticas… pero ahora, frente a él, parecía desnuda de todo eso.—Yo me enamoré de ti desde el principio, Lucas. Y todavía te quiero. Quise convencerme de que sería fácil olvidarme de ti, pensé que podía aspirar a una vida mejor, una vida que se viera como la que siempre había soñado al lado de un hombre que cumpliera con todo lo que yo creía merecer. Pero al final, me di cuenta de algo. Ese hombre... ese hombre con el que yo soñaba... eres tú. Lucas no podía hablar. Su mente intentaba protegerse, buscar motivos ocultos, alguna razón para no creerle, pero algo en la forma en que Marfil lo miraba le decía que por primera vez no estaba jugando.—Marfil, ten en cuenta que yo no soy un hombre millonario. No lo olvides. No voy a poder darte los viajes de lujo que tú esperas, y ya lo hemo

Lucas llegó a la casa de Marissa esa noche. Ella lo recibió con una sonrisa cálida y los brazos abiertos, pero él no respondió al abrazo.Marissa se apartó lentamente y lo miró desconcertada.—¿Qué pasa, Lucas?Él mantenía la mirada baja, incapaz de sostenerle los ojos.—Marissa, tenemos que hablar.—Está bien... Pero, ¿por qué estás tan serio?—¿Puedo pasar?—Claro, pasa.Ambos caminaron hacia la sala en silencio. Se sentaron en el sofá, uno al lado del otro, con una distancia que no solía existir entre ellos. Entonces, Lucas respiró hondo antes de comenzar a hablar.—Marissa... tú sabes que yo nunca he querido hacerte daño. Eres una mujer excepcional. Eres inteligente, eres buena, eres sencilla. A pesar de la posición tan alta que ocupas en la sociedad, nunca me miraste por encima del hombro. Me valoraste y me ayudaste a recuperar una autoestima que yo creía perdida. Me hiciste sentir que merezco ser amado.Marissa frunció ligeramente el ceño.—¿Por qué me dices esas cosas?—Porque

Marissa tenía la cabeza recostada contra la ventana. Lloraba en silencio, y aunque él lo notaba, no se atrevió a decir nada, por lo que el silencio se mantuvo durante todo el trayecto, con Lucas enfocándose en conducir.Al llegar a su casa, Lucas apagó el motor y llevó la vista en dirección a Marissa. —No debiste traerme —articuló ella, sin mirarlo—. No debiste hacerte responsable de mí. Tú y yo ya no tenemos nada que ver.—No iba a dejarte ahí, tan mal como estabas —respondió Lucas.—No me voy a disculpar por lo que dije —advirtió ella.—No espero que lo hagas —dijo él—. Y no tienes por qué hacerlo.—¿Seguirás fingiendo que te importo? —levantó la vista—. ¿Por qué no admites de una vez que solo sientes lástima por mí?—No hay razón para sentir lástima por ti. Entre tú y yo, tú eres mejor persona. Yo... solo me hundo cada vez más.—Eso lo decidiste tú —contestó ella.—Lo sé, y creo que estás en lo cierto cuando dijiste que algún día pagaré por todo el daño que te hice. Estoy seguro d

Mientras Richard deslizaba con delicadeza el anillo en el dedo anular de Marfil, la piedra de zafiro brillaba con un resplandor azul profundo, como si contuviera en su interior todo un océano de promesas y de futuros aún por construir. Marfil miraba la joya con ojos abiertos, llenos de asombro, pero también con una inquietud que iba creciendo poco a poco en su pecho.Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, Lucas se sentaba con la espalda recta y la mirada encendida en la sala de entrevistas de Eronex Industries. Había superado la segunda ronda con éxito, y ahora se encontraba en la última, la definitiva, con el corazón latiendo con fuerza pero no por miedo, sino por entusiasmo. Iba vestido con su mejor traje, la camisa perfectamente planchada y el nudo de la corbata tirante y simétrico, pero lo que más destacaba de él no era su aspecto exterior, sino la pasión que ardía en sus ojos. Una pasión alimentada por una esperanza inquebrantable: Marfil.Para Lucas, todo había cambiado des

—Abigail —pronunció Lucas—, sé que después de todo lo que pasó con Richard, Marfil ya no te agrada. Y lo entiendo. Pero… a pesar de todo, ella es una buena persona. Solo ha tenido dificultades para encontrar su camino, ha cometido errores, pero creo que está empezando a hacer las cosas bien.Abigail alzó la vista por un instante. Sus ojos estaban apagados, pero lo escuchaba con atención.—Tú eres una mujer increíble, Abigail —continuó Lucas, con suavidad—. No lo dudes ni por un segundo. Y créeme… muy pronto llegará el hombre indicado para ti, alguien que sepa valorarte como mereces, alguien con quien vas a ser muy feliz.Una sonrisa forzada cruzó por los labios de la chica, vacía de alegría, pero llena de cortesía.—Gracias… —murmuró.Hizo una pequeña pausa, respiró hondo y lo miró por última vez.—Aunque sea con Marfil… yo, por ti, por tu bien… espero que seas muy feliz con ella.Dicho eso, se giró lentamente y se marchó por el pasillo.Lucas no reparó en la ausencia de Richard en la