De todas las cosas que sé habían dicho en la carta, la que más había dejado perplejo a Tabar estaba en el mensaje final.—¿Treinta otoños?—Se volteó para poder mirar a Zarah quien parecía no comprender la repentina alteración de su esposo— ¿Hoy es el aniversario de tu nacimiento?—Eso creo... No lo sé con seguridad. No festejamos esa clase de cosas en Sol Naciente, pero mi madre siempre me decía que nací el último día de otoño. —Feliz nacimiento, mi Señora.—El Mago hizo una reverencia exagerada para acompañar aquellas palabras.—¿Cómo puedes no saberlo?—Tabar seguía perplejo—¿Nunca has celebrado tu nacimiento?—Si, el día del Sol del Este, durante la segunda semana de primavera. Me celebran ese día por ser la segunda princesa...—Pero... —Tabar estaba por continuar con sus preguntas, indignado frente al hecho de que desconocía el día de nacimiento de su esposa, pero de pronto se obligó a guardar silencio. Se dio cuenta de que las manos de Zarah temblaban aún aferradas con fuerza al p
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