Inicio / Romance / La hechicera prometida / Capítulo 51 - Capítulo 54
Todos los capítulos de La hechicera prometida: Capítulo 51 - Capítulo 54
54 chapters
EL CONCILIO
—Gracias por recibirme, Señor y Señora de los Dragones. —Espero que no pretenda que yo recuerde lo que respondí la primera vez...—el tono de Tabar dejaba entrever su hartazgo. Sólo toleraba aquel comportamiento extravagante del Mago porque sentía curiosidad acerca de la carta. —No, mi Señor, jamás le pediría eso. Entiendo muy bien que las consecuencias de la guerra afectan terriblemente la memoria de los guerreros... —¿Las qué...?—preguntó Zarah algo sorprendida, pero el Mago no respondió. Entonces volteó a ver a su esposo y se encontró con una expresión de desprecio, una mirada que parecía querer pulverizar ahí mismo al hombre que tenía parado frente a él. —Lo siento, su majestad. Creo que he sido impertinente una vez más. Supongo que está en mi naturaleza. —Pues controla esa naturaleza tuya ¿O acaso eres un maldito animal salvaje?— Las palabras de Tabar hicieron eco en el Salón del Concilio. Zarah acercó de nuevo su mano hacia Tabar en un gesto que buscaba ser tranquiliz
Leer más
LAZOS DE SANGRE
Un silencio abrumador invadió el Salón del Concilio. El Mago Zhadli dobló cuidadosamente la hoja que acababa de leer, la guardó de nuevo entre los pliegues de la túnica y se dispuso a esperar pacientemente a que los presentes lograran superar la conmoción. Finalmente, fue Tabar quién decidió preguntar aquello que intrigaba a todos. —¿Entonces están quienes deben estar en este...Concilio?— el Mago asintió —¿Cómo lo sabe? No nos conoce, Mago ¿Cómo es posible que sepa nuestros orígenes? —Los lazos de sangre... —Las palabras escaparon de los labios de Zarah. Una sutil sonrisa se dibujó en los labios del Mago. —Me honra saber que ha leído mis Crónicas, Mi Señora. Es cierto lo que dice, los lazos de sangre son una forma de reconocer el linaje mágico de las criaturas. Es como si cada linaje tuviera... un color característico que los diferencia. —¿Todos los Magos pueden distinguir esos linajes?— la pregunta de Tabar resonó en el Salón donde reinaba el absoluto silencio. —No todas
Leer más
A DOS PERSONAS, EN DOS TIEMPOS
El Salón volvió a hundirse en el silencio pues había pocas cosas que causen tal malestar como la incertidumbre frente al futuro. —¿Podemos proceder con la lectura de la carta? —Si nadie más desea hacer preguntas...—Zarah dijo aquello casi por obligación, estaba ansiosa por leer la carta de su madre. Paseó su mirada por el Salón esperando respuestas. Said observaba con recelo a Munira, era obvio que la doncella sabía algo acerca de sus ancestros que no había compartido con su hermano, pero el guerrero no parecía dispuesto a discutir frente a sus Señores. De Fausto y Deka no se había revelado en la enredada profecía más que su ya conocida fidelidad.—¿Qué me dices de ti, Yara?¿No deseas conocer más acerca de las hijas del mar? La joven doncella negó con la cabeza. —Puedo preguntar después, mi Señora. Prefiero que usted lea primero la carta de su mamá... madre. —Se corrigió al final, avergonzada. Jabari levantó la mirada hacia Yara y se sintió inundado por la vergüenza al perc
Leer más
INTERRUPCIÓN
De todas las cosas que sé habían dicho en la carta, la que más había dejado perplejo a Tabar estaba en el mensaje final.—¿Treinta otoños?—Se volteó para poder mirar a Zarah quien parecía no comprender la repentina alteración de su esposo— ¿Hoy es el aniversario de tu nacimiento?—Eso creo... No lo sé con seguridad. No festejamos esa clase de cosas en Sol Naciente, pero mi madre siempre me decía que nací el último día de otoño. —Feliz nacimiento, mi Señora.—El Mago hizo una reverencia exagerada para acompañar aquellas palabras.—¿Cómo puedes no saberlo?—Tabar seguía perplejo—¿Nunca has celebrado tu nacimiento?—Si, el día del Sol del Este, durante la segunda semana de primavera. Me celebran ese día por ser la segunda princesa...—Pero... —Tabar estaba por continuar con sus preguntas, indignado frente al hecho de que desconocía el día de nacimiento de su esposa, pero de pronto se obligó a guardar silencio. Se dio cuenta de que las manos de Zarah temblaban aún aferradas con fuerza al p
Leer más
Escanea el código para leer en la APP