Todos los capítulos de La pequeña prisionera del rey de los lobos: Capítulo 131 - Capítulo 140
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Capítulo 131: Los lugares donde la amé
Alaric—Mi querida… — digo mientras estoy en la enfermería, tomando la mano de Freya. Después de tanto tiempo, aún no podía creerlo. Ella había vuelto justamente cuando más la necesitaba.—Debe haber sido la fuerza de las Luna, más la Eterna, y el hechizo, aunque no haya sido usado. Sin contar que ella debió haber sentido lo que estaba sucediendo en el castillo —trataba de explicar Fabrizio, abrazando a su compañera mientras examina el frasco.—Escuchamos gritos y teníamos a una horda de cazadores y mercenarios a las puertas. Intentaron derribarla, no sé cómo lo lograron, y defendí como pude. En ese momento las Lunas sintieron algo y Freya despertó—explica Marina, mientras yo la veo con devoción. Bruno se recuperaba, acostado en la otra camilla, pero estaría bien pronto. Había pasado tanto, tantas cosas en esta extraña batalla. Carmen se acercaba con cuidado a los heridos para intentar ayudarlos, y sin ella, nuestras bajas habrían sido aún mayores. Rachel, Amelia y Diana estaban encant
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Capítulo 132: No teníamos otra opción
Celeste—¿Nana, realmente eres tú? ¿Qué sucedió?— No podía creer lo que veían mis ojos. Ella se veía bien, incluso un poco más joven, si eso era posible. Pero era ella, la mujer que más había adorado, mi refugio por años. La había buscado tanto tiempo, había creído que estaba muerta, y yo solo deseaba saber que estaba bien.—Sucedió que hice todo para que no te atraparan, y finalmente estás aquí —gruñó. Así que desde nuestra huida de la manada había estado aquí. Y que caí en cuenta de lo que sucedía.—Eres una hechicera… —dije al sentir el calor que provenía de ella. Manejaba el fuego, y era poderosa. Recordaba lo que me había dicho Elías: donde ella había desaparecido, todo había quedado como si hubiese habido una explosión. Ella tenía poderes y me lo había ocultado. ¿Por qué? Quizás, al no tener mi poder, nunca lo hubiese notado.—Sí, y tú también lo eres. Iba a decirte eso, cuando sucedió el ataque a la manada. Pero ahora, todo lo que habíamos hecho, todo lo que habíamos logrado, s
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Capítulo 133: Una casa con flores
Fabrizio—¿Seguro que lo apruebas? —¿Mi querida y el guerrero? —resopló Alaric.—Ellos mismos.—Claro que sí, ya te dije que Elías es un buen hombre —me contestó amargado. Era obvio que no le gustaba. La guerrera intentaba ocultar su felicidad. Creo que esperaba la afirmación de su rey, pero teníamos problemas más graves.—Necesitamos debilitar a los humanos, ya vieron lo que podían hacer —decía el señor Giacomo en nuestra reunión. Me parecía un vampiro muy respetable, me había agradado desde la primera vez que lo vi en la ciudad. Con su ayuda, aparecieron más vampiros y clanes que habían sido convencidos por él.—Los humanos pueden no haber logrado su cometido, pero mostraron su poderío y casi nos destruyeron —comento.—Debe ser fácil destruirlos, son una especie débil. Yo digo que los acabemos cuanto antes —indicó alfa Rogelio con poca simpatía. Escuché a Xavier y Sebastián rugir. Esto tampoco me gustaba.—Nuestras Lunas son humanas, y Margarita también. Siempre hemos luchado por
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Capítulo 134: Los poderes de las hechiceras
Eva—Valerius tiene a Celeste —le digo a Adriana y está en shock. El viejo vampiro había hecho una terrible demostración de fuerza y, en cuanto pude, vine a contarles a mis amigos. Sí, esta guerrera y este vampiro lleno de polvo eran ahora mis amigos.—El rey viene en camino. Hay un hechizo que tiene, el viejo vampiro quiere todo eso y, al parecer, nuestro rey se lo está dando en bandeja de plata.—¿Qué vamos a hacer? —pregunta el Duque.—Hay que continuar con Magnus. Si hay más bestias como él, es mejor que esté de nuestro lado.—Ha estado respondiendo bien, especialmente a la sangre del Duque. Los guerreros de Valerius deben de estar muy ocupados, solo mandan a alguien a darnos de comer y a ver a Magnus. Creo que podría arriesgarme, salir de mi celda y acercarme más —señala Adriana a la bestia, que ahora luce más calmada. Ella entraba y salía, pero el Duque aún no tenía suficiente fuerza.—Estoy de acuerdo. Te traje esto, vampiro —le acerco un vial de sangre—. Tómalo, te necesitamos
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Capítulo 135: El deseo de Valerius
CelesteCuando vi los ojos del vampiro, sentí cómo mi cuerpo y mi mente empezaban a ceder. La pulsera ardía como fuego; el poder de Valerius me absorbía, exigiéndome rendirme ante él. —No hay forma de que te resistas, pequeña hechicera. Muchos más fuertes lo han intentado... y han fracasado —clamaba el hombre. Grité con desesperación, y entre mi agonía oí el lamento desgarrador de Índigo, un alarido que partía el alma.—¡Por favor, Su Excelencia, se lo ruego! —suplicaba la mujer con desesperación. Pero yo sabía que este hombre no conocía la clemencia. Desde el momento en que el poder de Valerius se apoderó de mí, sentí que cada fibra de mi ser era arrancada sin piedad. La pulsera ardía como si mil agujas al rojo vivo perforaran mi piel, incrustándose en mi carne hasta fundirse con ella. Mi propio poder luchaba contra mí, retorciéndose como una fiera encadenada, desgarrando mi interior en una danza cruel de dolor y desesperación. La presencia de Valerius en mi mente era una invasión
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Capítulo 136: Tres poderes
AlaricMe había quedado hasta tarde con los preparativos. Estaba todo dispuesto, solo me quedaba una cosa por hacer para asegurar la seguridad del castillo y de todos. Realmente, la corona es pesada para quien tiene que llevarla, pues cuando yo quería quedarme simplemente pensando en ella, llorando por ella. Pero tenía que estar atento a resolver los últimos detalles y prever todo lo que podría suceder en el reino, con miles de vidas que dependían de mí. Rogaba a la luna que mi amor resistiera, que me esperara, cuando sentí un dolor asfixiante. Caí de rodillas; cada parte de mi cuerpo sufría un dolor impronunciable, cada célula la reclamaba.—¡Mate, mate! —aulló Roy, como si el mundo se hubiese acabado. Sentí a ella halar nuestro vínculo, como si fuese una cadena que nos uniera en los corazones, Roy fue hasta el otro extremo, dándole lo que tenía. Y cuando el dolor cesó, solo había tristeza. Mi cuerpo se derrumbó agotado. Roy lloraba y clamaba por ella, y yo le susurraba que estaba vi
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Capítulo 137: Uno a uno
EvaLa diosa sabe que yo he aguantado sufrimientos, golpes y maltratos y decidí buscar una mejor vida. Pero lo que ha pasado con las hechiceras, con Cielito enterándose de su pasado de esta manera, el sufrimiento mientras la encantaban, las pulseras y las otras mujeres encadenadas e impotentes… simplemente había sido otro nivel. Ni que mencionar a Índigo siendo entregada a ese gusano traidor; eran cosas que yo no podía soportar. Ellas no eran mujeres débiles que esperaban que alguien las salvara, todo lo contrario: habían aguantado años, soportado demasiado y logrado mantenerse de pie esperando el momento justo. Y que me lleve el diablo si yo no hago todo lo posible para que ese momento se dé.Su Majestad estaba en camino, él mismo Valerius lo sabía, así que debía irle preparando el terreno. Claro que no me dio más detalles de mi misión, ese lobo era demasiado misterioso, pero yo iba a trabajar con lo que tenía. No dejaría que esas ratas avanzaran un centímetro más. Estaba que echaba h
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Capítulo 138: Antinatural
Estar sin ella había sido difícil. Encontrarla en ese pueblo hechizado y luchar por ella había sido terrible. Me consumía la idea de que me odiara. Y, aun así, la suerte me sonrió: ella me quería. Pero el dolor de saber que debía despedirme de ella me carcomía. Mi flor se había llevado varios libros para seguir investigando y sabía que, en el jardín, estaría segura, luego nos casaríamos y viviríamos en esa casa, lejos de todo. Era lo único que me hacía continuar, seguir dando un paso tras otro. Yo no era el único. Alfa Xavier sufría cada momento pensando en su Luna y en su pequeño. Marina lloraba en silencio por Bruno. Por las noches, solo se escuchaban suspiros. Su Majestad ni siquiera dormía. —El camino se abre ante mí, Fabrizio, de una manera que es como un aviso para que continúe, pero con un mensaje claro: él me espera y que acabará conmigo. Y ella sufre, lo siento en cada fibra de mi corazón.—Y, sin embargo, debemos continuar —respondí.—Así es. Y estamos a medio camino. No he
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Capítulo 139: Un poder azul
Celeste—¿Pociones?—Con plata. Si Valerius intenta hechizarte, le va a costar— indicó Índigo emocionado dándome un frasquito.—Las chicas no podían acercarse a las armerías ni obtener nada con qué defendernos—murmuró Nana, atónita.—Tampoco podemos atacar a Su Excelencia directamente —respondió Ágata.—Lo resolveremos, mi niña. No dejaré que ese lobo asqueroso le ponga un dedo encima a mi nieta —gruñó Nana. La puerta se abrió y apareció Eva, despeinada, emocionada, debía estar en muchas cosas. —Mis aliados están armados y, para rematar, el vampiro viejo está muy lindo de ver —comentó con una sonrisa coqueta. Mencionó su plan de destruirlos uno a uno. Humberto se encargaría de los Lobos Rebeldes. Faltaban los rogues; los cazadores humanos eran una operación en curso. Nana no dijo nada y se quedó observándola un buen tiempo mientras nosotros mirábamos de un lado al otro.—Debo decir, vampira, que me has sorprendido gratamente y eso es difícil. Eres gloriosa, brillante, atrevida y vali
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Capítulo 140: Es aquí
AlaricNuestra separación había sido terrible y, sin embargo, me sentía unido a ella de una forma que me recordaba a una marca invisible, profunda y ardiente. —Algo se movió adelante— exclamó Amelia, su voz tensa. De inmediato, los vimos.—¿De dónde sacan tantos mercenarios?—gruñí mientras la primera tanda de vampiros se acercaba. No solo avanzaban con sus colmillos descubiertos, sino que también portaban espadas, y el olor a wolfsbane impregnaba el aire.—Deben haber convocado a otros vampiros. Es la única explicación—dijo Rachel, ajustando su cadena de plata, el arma insigne de Freya que debía habérsela prestado.—¡No retrocedan!—grité mientras la marea de enemigos se abalanzaba sobre nosotros, feroz e implacable. Amelia no titubeó, y los otros clanes tampoco. Mis manos se volvieron garras; arranqué gargantas y sentí el ardor de la sangre tibia. A mi alrededor, los cuerpos caían despedazados entre gritos y jadeos.—¡A su izquierda, Su Majestad!—aulló Rachel, sin despegarse de mí. B
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