Sus dedos tocaban hábilmente los agujeros, y el melodioso sonido recorría la sala, sereno y lejano.Lucía se paró en la puerta y tosió suavemente, y Franco levantó la vista y la vio.Sonrió y dejó de tocar, se levantó y se dirigió a Lucía.—Hola, señorita Romí, soy Franco, mucho gusto. —La voz de Franco era suave y potente, muy agradable.—Hola, primer actor, señor Ramiz, mucho gusto.Lucía respondió con imperceptible excitación, al fin y al cabo, frente a ella estaba un actor muy reconocido y potente en la industria del cine y la televisión, uno de sus ídolos.Al oírlo, Franco se sorprendió, seguido de una cálida sonrisa.—Señorita Romí, estás exagerada, recuerdo que tú también ganaste unos premios a mejor actriz. Si no te importa, llámame por mi nombre de pila.El ambiente entre ellos se hizo cada vez más cordial, como si creciera un invisible entendimiento tácito.Franco invitó a Lucía a sentarse y le preparó personalmente una taza de té aromático, y continuaron su conversación en l
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