Alicia se levantó temprano, como si el silencio de la casa la llamara a enfrentar lo que había dejado a medias la noche anterior. Jonas aún dormía en su cuna, un ritmo suave marcaba el silencio de la habitación. El café de la mesa parecía tangible, casi una promesa: “hoy resolveremos algo que no debió haberse quedado sin respuesta”.La noticia sobre el ex esposo de Alicia seguía rondando su cabeza como una sombra insistente. Mark había reaparecido en su concentración, no como una presencia física, sino como una preocupación que no sabía cómo clasificar. ¿Qué quería exactamente de ella ahora que Alicia había encontrado un nuevo camino con Anderson y su hijo? ¿Qué clase de demonios portaba ese hombre que parecía no cansarse de perseguir su propia desesperación?Aquella mañana, la alarma de su teléfono no mostraba mensajes divertidos ni noticias optimistas. En su pantalla apareció un correo que decía simplemente: “Necesitamos hablar”. No traía remitente claro; el asunto estaba vacío, com
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