Capítulo XVII: El Precio del CambioLa casa parecía susurrarle promesas nuevas, sus ecos llenos de risas de Jonas y de la presencia sólida de Anderson. La felicidad, esa sensación que había tenido tan solo en pequeños momentos, comenzaba a sentarse definitivamente en su pecho. Anderson, con su sonrisa calmada y su paciencia infinita, demostraba ser no solo un excelente esposo, sino también un padre ejemplar para el pequeño Jonas, quien encontraba en sus brazos un refugio seguro y en sus palabras, un ejemplo de cómo sería una vida llena de amor y respeto mutuo.Las horas transcurrían entre juegos, risas y pequeños gestos que fortalecían esa nueva familia. Alicia, que por meses había estado encerrada en su propia inseguridad, empezaba a redescubrirse. Y Anderson, con la suavidad de un experto, le enseñaba la lección #2: quererse a uno mismo tanto como se ama a los demás. Con un regalo que la tomó por sorpresa, una tarjeta de crédito que ella dudó en aceptar, le explicó:—Tómate el día pa
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