Con algo de miedo, entré en su oficina. Ya había tomado una decisión. Estaba decidida a dejar el grupo de los Shadow.—Hola, Dante… hay algo de lo que quiero hablar contigo.Él sonrió con calma.—Claro, no hay ningún problema. Siéntate.Me senté frente a él.—Quiero dejar el grupo de los Shadow.Dante sonrió otra vez.—Es una broma, ¿verdad?—Claro que no. Realmente deseo abandonar el grupo.Su expresión cambió. Se volvió más seria, más molesta.—¿Realmente quieres dejarnos… y darle el crédito a los celestiales?Me sorprendí.—¿Así que lo sabes?—Por supuesto que lo sé. Por algo soy el líder de este grupo.—Bien… entonces puedo dejar…—Lo siento —interrumpió, con una sonrisa tensa—. No puedo permitirlo. Eres demasiado importante para nosotros.Se inclinó hacia mí.—¿Por qué crees que te salvamos la vida? Te enseñamos todo lo que sabíamos. Fingimos tu muerte. Borramos y manipulamos cada registro de tu existencia. Te dimos una nueva identidad… y una nueva vida.—¿No me vas a dejar ir?—¿

Como dueña legal del orfanato, designé a una monja de confianza para que se hiciera cargo de todo. Yo estaba muy ocupada. Había empezado a invertir el dinero que tenía en comprar tierras. Sabía que, con el tiempo, esas tierras se volverían valiosas.Pasó el tiempo. Ya me había ganado el cariño de todos los niños del orfanato. Faltando una semana para invierno, les pedí a las monjas que dijeran a los niños que escribieran cartas con el regalo que querían para esa fecha.Al leer todas las cartas, una me llamó la atención: la de Erika. A diferencia de los demás, ella no pedía juguetes ni dulces. Quería una máquina para coser… y mucha tela.Decidí comprarle la máquina y las telas. Al principio no sabía dónde ponerlas, hasta que recordé que había un cuarto vacío en el orfanato.—Bien… ahí tendrá que ser.Como tenía que entregar muchos regalos en distintos orfanatos, creé un montón de copias mías. Estaban hechas de hielo. Solo tuve que usar las ropas que me habían dado para que se vieran igu

Malty sonríe y dice:—Ya casi está listo. No te preocupes, Seven. Ten paciencia… muy pronto podrás vengarte de la humanidad.Ya en la hora de salida de la escuela, Ino bota todas las cartas de amor que recibió y se va lo más rápido que puede a casa.Después de comer algo de comida pedida a domicilio, se encierra en su cuarto y guarda las cartas de odio que recibió Koizumi en su portal personal para leerlas después. Aunque las cartas no tenían nombres, sí conservaban huellas y olor… lo cual significaba que tarde o temprano encontraría a los culpables.Ino abre un portal y llega a la casa de Aida. Ahí la estaba esperando Karma.—Tenemos malas noticias —dice Karma—. Yuno ha puesto sus ojos en ti. Lo peor es que sentí la presencia de…—Espera un momento, Karma —interrumpe Aida, molesta—. Pensé que hablaríamos sobre Mario y María.—Esto es serio —responde Karma—. La representante de la Avaricia te quiere. Y posiblemente Malty, la representante de la Desesperación, ya está en este país.Aida

—Como tú ya me habías abandonado y te habías casado con Teresa… a pesar de habernos prometido amor y jurarnos casarnos más adelante…Mario, al escuchar eso, empezó a recordar poco a poco los recuerdos manipulados por Karma. Su cuerpo intentó taparse los oídos con las manos como mecanismo de defensa, pero Aida lo detuvo, sea lo que sea el debía escucharlo.Karma quiso detener a Aida, pero decidió no hacerlo. Sabía que, ahora que había encontrado a Cecilia, tal vez Mario podría superar esos traumas.Mario, molesto, empezó a sentir mucho dolor en la cabeza. El regreso de esos recuerdos le provocaba un dolor intenso. Con lágrimas en los ojos, murmuró:—Yo nunca quise casarme con esa maldita… todo fue culpa…—Lo sé, lo sé —dijo Cecilia, llorando—. Cuando me enteré por las noticias… de cómo te obligaron a casarte con esa mujer, de cómo esa niña no era tuya… y de cómo te hizo comer a tu querida mascota…—¡Cállate! —gritó Mario, intentando taparse los oídos.Había recuperado completamente sus

La Santa sonrió con malicia.—Parece que ya no tendré que buscarte para matarte.Karma sintió la sed de venganza que ardía en ella. Su mirada estaba fija en Seven.—¿Quién es esa persona? —preguntó.—Ese infeliz mató a María —respondió la Santa, con rabia.Minutos antes de que Karma la encontrara, ella había estado interrogando a los miembros del grupo.Mostrando una foto, preguntó:—¿Por qué mataron a María?Uno de ellos, temblando, respondió:—Nosotros solo la trajimos aquí. Fue Seven quien la mató.Otro añadió:—Solo seguimos órdenes…La Santa apretó los dientes.—Lo que hicieron es malo… pero lo que hicieron después con su cuerpo fue peor. Por eso… todos van a morir.En el presente.—¿¡Por qué mataste a María!? —dijo la santa molesta.Seven sonrió con arrogancia.—¿De qué María hablas? He matado a muchas con ese nombre…La Santa se lanzó sobre él con una espada de hielo. Pero antes de que pudiera tocarle el cuello, Seven la tomó del cuello y la estrelló contra el suelo congelado. E