Capítulo 3. Matías

Capítulo 3. Matías

Matías había regresado de la escuela y se fue directo al estudio de su madre, él era un niño muy inteligente y en cuanto vio a su madre la notó triste. Sabía que algo malo le habia pasado y si descubría quien le habia hecho daño, él mismo se encargaría de aniquilarlo.

–Hola mami, ¿Lloraste mucho, quien te hizo llorar?

Ella sintió que se le agrandaba el corazón y sonrió, tenía un guardián que estaba dispuesto a luchar por ella.

–No cariño, ven acá y dale un beso a mamá.

Sabella estaba pensando de qué forma le iba a decir a su hijo que su padre lo quería ver, que habia regresado después de su viaje de negocios. A pesar de que Matías habia visto las fotografías que salían en las revistas donde aparecía Mateo, nunca le preguntó directamente cuando regresaría, espera que esta noticia no lo mortificara.

–Claro que sí, mamá.

Se subió con ayuda de Sabella a sus piernas y le comenzó a dar muchos besos, luego ella le comenzó a  hacer cosquillas en su vientre y Matías comenzó a reírse, no aguantó más e hizo todo lo posible para bajarse del regazo de su madre.

–Eres muy graciosa, mami.

–Señora, ya está lista la merienda de joven Mati. – Dijo el ama de llaves.

–No me digas Mati, Oriony, mi nombre es, Matías Petropoulos Domit.

–Claro que sí joven Petropoulos, discúlpeme usted.

–No te preocupes Oriony. – Dijo Matías muy serio. – Me puedes decir solo Matías.

Sabella y Oriony se quedaron mirando, pero se quedaron muy serías, aunque tenían muchas ganas de reír, no lo hicieron ya que sería una afrenta para el joven si se reían en su presencia.

–Con su permiso, los esperamos en el jardín. – Dijo el ama de llaves y Sabella vio como sonreía al dar la vuelta.

–Muchas gracias, Oriony, en un momento iremos. – Fueron las palabras del pequeño.

A Matías le encantaba merendar en el jardín, porque luego de eso se podía tomar una siesta de dos horas al aire libre, claro siempre protegido del sol. Sabella lo miraba y estaba maravillada del comportamiento de su pequeño, algunas veces decía que estaba viviendo un adulto en ese cuerpo tan chiquito.

–Cariño, te tengo una sorpresa, pero será después de que te comas todo lo que te ha preparado Oriony.

El ama de llaves habia preparado el brócoli con carne de pollo que tanto le encantaba a Matías, era una de sus comidas favoritas y luego de eso, se ponía a leer o se dormía en su camita del jardín. Oriony, una vez le había preguntado que si de verdad Matías sabía leer, pues había sido una sorpresa también para ella, cuando de la nada tomaba cualquier libro y lo abría. Con tan solo 3 años, ya tenía una biblioteca con los cuentos y fabulas más renombrados y se los sabía de memoria.

–Dímelo ahora, mami, es que luego me duermo y se me olvida.

– ¿Te acuerdas que te dije que un día podía venir tu papi de regreso?

Sabella se habia encargado de que Matías no se olvidara de dónde provenía, que él tenía un padre y una madre, que no le importar lo que los demás niños pudieran decir porque él se los podía demostrar. Además en su registro figuraba Mateo como su padre, ella nunca lo negaría.

–Sí mami. – Dijo sin levantar los ojos.

– ¿Te gustaría que te viniera a visitar?

Matías se quedó callado, era un poco tímido con los desconocidos, a pesar de que nunca le habia negado la existencia de su padre una cosa era verlo en papel y otra tenerlo al frente, tendrían que verse para saberlo, su niño frunció los labios y Sabella esperó lo peor, de seguro se había enojado por la noticia.

–Está bien Mami, dejaré que venga a verme.

Él habia soñado con ese momento, no se acordaba muy bien de como era su padre, porque habia dejado de ver sus fotografías en las revistas, él lo quería ver en carne y hueso, no le había dicho nada a su madre para no presionarla. Pero ya que habia regresado, le gustaría conocerlo por fin.

–Muy bien cariño ¿para cuando te gustaría que viniera, sábado o domingo?

Sabella tomó de la mano a Matías y entraron al baño a lavarse las manos, le estaba dando tiempo a su hijo de que decidiera cual día le convenía más. Matías lo pensó y decidió que el sábado, era el día que menos deberes tendría y así podía estar más tiempo con su padre.

–El sábado, mami, el señor puede venir el sábado. – Dijo el niño muy formal.

Sabella no lo corrigió sabía que esto podía suceder, no obligaría a su hijo a que se dirigiera a Mateo como su padre, Matías era un ser independiente y ella bien lo entendía, cuando el sintiera la confianza necesaria en Mateo, habría una pequeña probabilidad de que se abriera por completo a su padre. Así habia sido siempre con el resto de los adultos.

–Vayamos entonces a merendar ¿te parece? – Sabella dijo revolviéndole en pelo a su hijo.

Jamás dejaría que su hijo se viera envuelto en alguna discusión de adultos, él era muy pequeño para lidiar con problemas que no le competían, es más si le decía que no, Mateo se tendría que esperar hasta que su hijo estuviera preparado.

– ¿Puedo comer helado?

A Matías le gustaba el helado a cualquier hora y en cualquier clima, Sabella era lo que más comía cuando estaba embarazada, tal vez eso lo había recordado Matías desde que estaba en su vientre.

–Desde luego, solo que después de la comida. – Negoció Sabella.

Nunca permitía que se saltara una comida por querer primero un postre, el negocio era una condición para obtener algo que le agradaba y estaba por demás decir que encantado se terminaba todo lo que le sirvieran. Era un niño muy astuto.

–Desde luego, mami, claro que sí.

Muchas veces a Matías no le daba tiempo de llegar al postre, porque de la nada salía corriendo y se subía a su habitación a ver un programa de embarcaciones, era muy sabido que su padre trabajaba en el diseño de los yates y barcos a los que él estaba encantado ya que tenía una colección de modelos armables a gran escala.

Pero nadie le había inculcado el gusto por los barcos o sus derivados, a pesar de provenir de dos familias dedicadas a la industria de la navegación en su totalidad, no tenía una conexión directa con un miembro de sus dos familias, pero era lo que siempre pedía como regalo, ya fuera de cumpleaños, navidad o cualquiera celebración, sus modelos a escala. Como bien lo decía el dicho, lo que se hereda no se juzga.

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