Comienzan por pequeñas cosas

*Jane*

Al abrir los ojos vi la cara de Eli muy de cerca, me aleje de ella y me di cuenta que sonreía.

Estaba en una habitación desconocida.

Bueno desconocida hasta que desperte por completo y recorde que habia tenido sexo con mi nuevo jefe.

Y también había dormido en su cama.

Cama que ahora ocupaba, con Eli muy cerca también. 

Cuando me di cuenta que las posibilidades eran muy altas toqué mi panza.

¿Habían pasado veinticuatro horas? ¿Ya era posible afirmarlo?

Me golpeé mentalmente por esa idea.

—Quiero ir a casa Eli.

Ella asintió sin dejar de sonreír.

En eso Ian y Marcus entraron en la habitación también. 

Marcus tenía un golpe en el rostro.

—¿Cómo te sientes?

Ian tenía esa cara de profesional, una mezcla entre cara de nada y expresión atenta.

—Tuve relaciones sexuales con alguien y no use protección. 

Bien, Ian no se sorprendió por eso.

—¿Cómo te hace sentir eso?

Negué con la cabeza.

En estos momentos no podía pensar con claridad.

—¿Qué tal si hacemos un ejercicio?

¡No!

Odiaba esos ejercicios.

Asentí de mala gana.

Ian sabía que no me gustaba hacer esto.

—Supongamos que sucede, ¿aceptarías?

No sé.

—Si.

La cara de Marcus no era de horror, pero tampoco de alegría.

—Supongamos que es una falsa alarma, ¿aceptarías?

Si.

—Quiero que suceda.

—Bien, ¿Qué quieres hacer ahora?

Quiero ir a casa.

—Debo hablar con Marcus a solas.

Eli se levantó de la cama.

Ian tardó más en reaccionar.

Ellos se fueron y quedamos solos.

—No busque esto, no soy una cazafortunas o algo por el estilo, pero lo hecho, hecho está y no quiero hacer nada para borrarlo.

Marcus se sentó en el borde de la cama.

—Es muy apresurado aun, pero te pido perdón por el primer pensamiento que se me cruzó, la verdad esto no estaba en mis planes próximos, pero tienes razón, lo que hicimos ya pasó, ahora quiero pensar en cual es lo mejor para ambos.

No entendí eso último.

—¿Lo mejor para ambos?

Él me miró a los ojos.

—Te deseo, pero no somos una pareja, apenas nos conocemos y ambos tenemos vidas, no quiero estar contigo ni con nadie por obligación ni tampoco afectar así a un posible hijo.

La última parte me hizo sonreír.

Pero la alegría no duró mucho.

Toda mi mente se llenó de ella.

Cuando el dolor en mi pecho fue demasiado me abracé intentando consolarme.

*Dos años antes*

La noticia llegó de imprevisto.

Mary sonreía feliz, sus hoyuelos se marcaban a la perfección.

El único rasgo que nos diferenciaba, cuando ella sonreía realmente se le marcaban los hoyuelos.

Mamá fue la primera en ir a abrazarla.

Peter me abrazó.

—Los próximos somos nosotros.

El susurro me causó escalofríos.

—No te veo cambiando pañales.

Me aleje de él riéndome por la idea, realmente sería un papá genial.

Mary me abrazó y nos quedamos charlando sobre los posibles nombres.

Ambas estábamos de acuerdo, como siempre, en que si era un niño se llamaría Nicolas, cuando salió la idea de que fuera una niña ambas negamos.

Sería un varón, eran de esas cosas que estábamos seguras y siempre teníamos razón cuando era así.

Me despedí de mamá y papá luego de cenar y ordenar toda la cocina.

Llegando a casa Peter se detuvo en un semáforo.

Me quedé mirándolo, aunque la calle estaba vacía por la hora que era, él no era de actuar así.

—¿Todo está bien?

Él estaba nervioso y eso era extraño en alguien con nervios de acero.

—Quiero que te cases conmigo.

La afirmación fue inesperada.

Todo su rostro estaba contraído en una mueca extraña que me encanto.

Realmente estaba nervioso. 

Cuando llegamos a casa él se fue a buscar un vino para celebrar, ya que obviamente le había dicho que si.

La proposición no fue romántica, más bien parecía algo que salió sin mucho preparativo, pero sabía que era un tema delicado para él. 

Peter fue criado en una casa donde el matrimonio era algo religioso y la santidad del tema siempre fue un problema en nuestra privacidad, hasta que ambos nos dimos cuenta que eramos el uno para el otro, dos mitades de un mismo ser.

Mientras tanto llame a Mary para darle la noticia.

Bueno en realidad un tercio de un mismo ser.

—¿Ya te lo pregunto?

¡Ella sabía!

—Si, estás hablando con la futura señora Brown.

Su risa fue lo mejor.

—Creo que ya es tiempo de que dejes de cuidarte y me des una sobrina.

Su pedido me causó gracia, con Peter tomamos la decisión de esperar, no porque no quisiéramos sino más bien porque aún éramos jóvenes y podíamos disfrutar de otras cosas antes de formar una familia.

—Por ahora yo seré la tía consentidora y tu la madre loca.

Esa risa volvió a estallar.

—Ian dice que tu serás la tia loca.

—¿Estoy en el altavoz?

Mi tono de ofendida no fue creíble.

Hicimos una videollamada y la reunión familiar se extendió hasta la madrugada.

Me fui a dormir sabiendo que todos los que amaba estaban felices y solo llegarian cosas buenas para ellos.

Las siguientes semanas fueron alocadas en muchos sentidos, todo estaba bien en el trabajo, los primeros preparativos de la boda estaban en marcha y Mary ya estaba viendo casas para mudarse, ya que su departamento solo tiene una habitación.

Estaba en la oficina cuando Ian me llamó.

La noticia había sido como un balde de agua helada.

Mary estaba en el hospital y habia tenido un aborto espontáneo. 

Cuando salí de la oficina Eli se asustó mucho, al parecer mi cara decía más que yo.

Tomamos un taxi y nos dirigimos allí.

Peter me esperaba en la entrada.

Nos metimos dentro y fuimos a la habitación donde Mary estaba internada.

Peter de camino allí me dijo muchas cosas, pero realmente no estaba prestando atención.

Solo quería llegar con mi hermana.

Ian estaba sentado a su lado acariciando su mano.

Cuando me acerqué ella se quebró.

El comienzo del peor momento de mi vida, lastima que en ese preciso instante no podía saber cuántas cosas cambiarían.

Cuantas personas que pense jamas me lastimarian lo harían y sin poder entender yo sería la que más daño me iba a hacer.

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