IV - El partido

Bianca estaba demasiado nerviosa por haber involucrado a otra persona en su nefasto plan. Gian planeó todo para que su cuñada lograra su objetivo, pero él no sabía todo lo que ella quería lograr con aquellas ideas. Sin embargo, Gian creía firmemente que a su hermano le vendría bien algo de justicia divina por ser tan "Capullo". —Bianca... -Estaban juntos dentro del auto y ella parecía estar meditando sus posibilidades. —Tienes que relajarte, Bianca. 

—Aquí soy Rose Lyndon-Holt. -Bianca corrigió a Gianpiero mientras estaba con él en el auto camino a otro evento que, según su cuñado, estaría su esposo. Se  había arreglado expresamente para lucir espectacular. El vestido blanco, corto, el maquillaje y aquellos labios rojos. Jugaba con sus uñas mientras sentía el estomago revuelto. —Repasemos el plan. 

—A Nathaniel te presentaré como mi acompañante. Tú vas a coquetearle. A mi hermano suelen gustarle las mujeres prohibidas. Si cree que estás conmigo se sentirá más atraído por ti. Es sencillo. 

Aquello dejó a Bianca muy mal, ¿Qué clase de hombre era Nathaniel? No sabía nada acerca de él y se empezaba a preguntar si era buena idea que siguiera llevando aquel plan tan loco. Podía iniciar de cero. —¿Sería capaz de bajarle la novia a su hermano menor? -Bianca hizo aquella pregunta solo para saber un poco más sobre su esposo. 

Gian comenzó a reír y negó. Parecía que Bianca tenía una idea muy marcada sobre su marido, por lo que veía en sus expresiones, lo consideraba mujeriego y sin moral. Aquello le causó gracia. —No, no si fueras mi novia. Si le interesas me preguntará, y yo diré que solo eres una amiga que me acompañó al evento. Y eso será todo, al ver que eres accesible irá por ti, pero lo principal es hacerle creer que eres prohibida. Eso es todo. 

—¿Y no perderá el interés al saber que soy accesible? -Gian negó y sonrió. Bianca seguía dando repasos mentales al plan de Gianpiero y como ese se fusionaba al suyo propio para hacerlo más sólido. —Ya me he encontrado antes con él y parecía interesarle aunque no supiera mucho de mi. 

—Perfecto, tienes ventaja. Pero una presentación más formal hará que se interese mas. Y si no funciona en este evento, hay varios más en los que debo verle, te llevaré a todos y poco a poco lo irás seduciendo. ¿En serio crees poder quedarte embarazada de él? 

—No lo sé. Nunca he estado con un hombre, Gianpiero. Nathaniel sería el primero si lo logro. ¿A dónde vamos? Háblame de este evento ¿Qué es?

—Ya verás. -Bianca notó el atuendo casual que llevaba puesto su cuñado, normalmente él vestía de trajes, igual que su esposo. Se sentía inmensamente extraña usando aquel vestido cóctel y los tacones. Vió por la ventana y notó que el lugar dónde iban era un estadio. —Dijiste que querías conocer a tu esposo, conocerás entonces parte de Nathaniel. -Gian bajó del auto y salió con Bianca tomada de su brazo. Era un partido de fútbol. Bianca se dejó guiar hasta el palco y ahí vió a su esposo, además de otra mujer. —Hola hermano. -Nathaniel volteó viendo a Gian y a su lado a la rubia que lo había estado torturando los últimos días. —Te presento a...

—Rose. -Nathaniel se levantó y fue directo a su mujer. —Que bueno verte de nuevo, wow. ¿De dónde conoces a esta preciosa mujer, hermano? Estás muy hermosa. 

—Tengo más vida social que tú ¿Recuerdas que estudié en Stanford? Ella fue mi compañera. Es una grandiosa chica. -Bianca seguía del brazo de Gian y le sonrió a Nathaniel con dulzura. —Rose estudió Contaduría. 

Bianca pensó que aquello era una mentira, y esperaba que no la metiera en problemas. Ella no sabía nada acerca de auditorias o trabajos generales de un contador. Ella ni siquiera había terminado su carrera de Administración de Empresas. Era una suerte que bajo su mandato el viñedo y la fábrica no hubieran quebrado. Tosió un poco y le apretó el brazo a Gian. —¿No me presentas, Nathaniel? -Pelirroja, voluptuosa y muy diferente a Bianca, la otra mujer se acercó y se colocó al lado de Nathaniel y sonrió. —Yo puedo presentarme ya que tú no quieres. Olivia Murphy. Un placer. 

—Rose Lyndon-Holt. Es un placer conocerte. 

—Nunca supe de los Lyndon-Holt ¿Son una familia de dinero como los Giordano?

—Sí. Pero no tanto. -La familia de Bianca jamás había sido pudiente o famosa, solo habían tenido suerte en un par de negocios y en ser amigo de los Giordano. Era normal que no supieran de ella. Además, con los recientes embargos no le quedaba casi nada. —Tú eres Murphy. ¿Acaso eres de familia millonaria? -La mujer rodó los ojos y murmuró algo que Bianca no entendió. Se sintió como una tonta. Miró a Gian y él le ofrecía una copa de champagne. —Gracias Piero. 

—De nada. Siéntate. -Bianca hizo lo que su cuñado le indicó y dejó que él se sentara a su lado. —¿No sabías que mi hermanito es fanático de los deportes? Hace buenas donaciones a equipos y jugadores de fútbol que no tienen dinero, es patrocinador e incluso apoya un programa deportivo para niños de bajos recursos. 

—No tenía ni idea. -Bianca miró a Gian y sonrió. —Gracias por mostrarme esta faceta que no conocía. Aunque, no conozco nada. -Pudo notar que Nathaniel la miraba, volteó a mirarle y tomó una copa de champagne llevándola a sus labios y bebiendo un poco, pasó la lengua por su boca maquillada mientras miraba a Nathaniel y sonrió. En aquel coqueteo descarado quedó implícita su intención. Nathaniel notó su gesto y sonrió. Rose, ella pudo haber ido con su hermano, y que se notara cierta cercanía y que se conocían, pero aquello le indicó que no eran pareja. En el medio tiempo salió del palco con su hermano y sonrió. 

—Tengo que hablar contigo. 

—Rose ¿Cierto? ¿Te interesa? Sé que sí, lo noté en como la miras. No sabía que la conocías. 

—La vi en el baile de caridad a la Asociación Oncológica. Y sí, es muy guapa ¿Tienes algo con ella? -Gian supo que su idea había funcionado. Su plan iba caminando y Bianca tenía posibilidades. Rió... —¿De qué te ríes? 

—Es que... Tú siempre me haces lo mismo cada vez que tengo a una mujer guapa conmigo. ¿Qué hay de Bianca? ¿No crees que podrías estarle lastimando con esta actitud?

—¿Por qué mencionas a mi mujer? Si tanto quieres protegerle, me divorcio, y listo. Hago separación de bienes y ella quedaría cubierta el resto de su vida.

—Eso sería justo, pero no tanto, ni siquiera le has dado la oportunidad de conocerte. ¿Qué tal que tengan cosas en común? Siempre estás con chicas pero nunca con tu esposa. 

—Rose. ¿Estás con ella o no?

Gian miró a su hermano y negó. —Es solo una amiga. No podría estar con ella aunque quisiera. Y no quiero. Es guapa, inteligente y sagaz en los negocios. Maneja...ba... una fábrica como gerente general. De sus tíos, creo.

—¿No es millonaria? Aunque eso no es importante. Es guapa, ¿Novio?

"Marido", pensó Gian. —No tiene. Pero sé honesto con ella. Dile que estás casado, y si ella quiere algo, que ya sepa dónde se está metiendo.

—Bien. –Juntos volvieron a entrar en el palco, Bianca miró a su esposo y sonrió. Él lo hizo de vuelta. Vieron todo el partido, aunque ella entendía muy poco del deporte que se ejecutaba en la cancha. La acompañante de Nathaniel se mostraba celosa de vez en vez, sobre todo cuando él miraba a la rubia. Al terminar el partido, Nathaniel envió a Olivia en un auto, Gian dejó a Bianca y se fue también. —Por fin, solos. 

—Estamos destinados a encontrarnos, me parece, señor Giordano. 

—No me digas señor, me hace sentir anciano. Mi hermano quiere que te diga... Estoy casado. –Bianca no se esperaba ese momento de honestidad, sonrió y se acercó coqueta a él. 

—Ojos que no ven, corazón que no siente. ¿Dónde está tu esposa? –"En frente de ti". Pensó.

—En Roma. En su casa. Ya decidí dejársela, nunca quise consumar el matrimonio para dejarla en libertad. 

—Está muy lejos. No sabría nunca lo que pase entre tú y yo. –Dijo sonriendo. —Somos amigos. ¿No?

—Me gustaría ser más que amigos. –La acercó por la cintura y la miró con sus ojos profundos. Bianca de sintió atraída por su magnetismo masculino, terminó por tomar las riendas de la situación y besarle, aquel gesto le sorprendió a Nathaniel, la mujer era salvaje, coqueta y hechicera, ella estaba marcando la pauta y él solo se dejaba llevar. 

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